Católicos y científicos: René Laënnec, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC*
Le dedica hoy el doodle Google, en el 235 aniversario de su nacimiento, a este médico francés inventor del fonendoscopio, ese simpático aparatito con el que nos auscultan. Fue nada menos que catedrático del Collège de France, y falleció a los 45 años, de tuberculosis que contrajo al examinar en el ejercicio de su profesión médica, todo lo cual contó en uno de sus libros. René Laënnec (1781-1826) salvó la vida huyendo de las persecuciones de todo tipo que desencadenó la Revolución Francesa.
La historiografía laicista no presta mucha atención a su religiosidad. Este enfoque prima hoy en todos los medios de comunicación que se hacen eco de la noticia, incluso aquellos pocos en los que el trato a la Iglesia es todavía respetuoso. En Wikipedia se cuentan resumidos los méritos del personaje, y en internet hay abundante información sobre su trayectoria científica, incluso aunque menos sobre sus creencias.
El motivo por el cual diseñó un artilugio con el que escuchar el corazón fue el respeto al cuerpo femenino de sus pacientes, algo que entendía se vulneraba al acercarse a escucharles el corazón o la respiración. Gracias a este pudor reverencial surgió el invento, y gracias a él es difícil calcular las vidas humanas que se han salvado.
Son varios los estudios realizados sobre él en los que se da cuenta de su catolicidad. En uno de ellos, publicado en la revista Galenus dice el autor “Laënnec era un católico practicante, caritativo, respetado por su bondad y muy querido por sus alumnos y colegas. Se dice inclusive que, ya enfermo de gravedad, trataba de no incomodar a los demás”. Otras palabras acerca de Laennec dirigidas hacia 1860 a estudiantes del Colegio Médico de New Orleans y escritas por el notable médico y educador Austin Flint (1812-1886), quien
fuera llamado “el Laennec americano” [56] son: “La vida de Laennec proporciona un ejemplo, entre muchos otros, que refuta el error vulgar de pensar que las actividades de la ciencia son desfavorables a la fe religiosa. Él vivió y murió como un decidido creyente en las verdades del cristianismo. Era un hombre moral y sinceramente religioso (…) En su carácter estaban bellamente armonizadas las más excelentes cualidades intelectuales y morales de nuestra naturaleza (…) Su celo y diligencia en los afanes científicos estaban basados en el amor a la verdad y el deseo de ser útil a sus congéneres (…) El ejemplo de Laennec es digno de nuestra imitación.”
*Las opiniones contenidas en este artículo son personales del autor y no oficiales del CSIC.