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Delante, en medio y detrás, caminando juntos, llenos de esperanza

Estimados diocesanos, amigos y amigas: mañana lunes, 9 de septiembre, hará un año que inicié en nuestra querida diócesis mi misión episcopal en la solemne eucaristía que tuvo lugar en la Catedral de Tortosa. A la vez, coincide que ese mismo día celebro el séptimo cumpleaños de mi ordenación episcopal, que tuvo lugar en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, en 2017.

Es un momento muy adecuado para hacer “revisión de vida”, para hacer examen de conciencia, para contemplar en oración el paso del Señor a lo largo de este año tan intenso, donde cada día Él se ha ido haciendo presente, saliéndome al paso con sus sorpresas constantes, yendo de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia, conociendo el extenso territorio de nuestro obispado, su buena gente, asociaciones, movimientos, entidades, autoridades, personas de buena voluntad sea cual sea su credo o ideología, y de manera especial a quienes más sufren, la pobreza, la enfermedad o la soledad en la vejez. San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, cuando trata sobre cómo rezar haciendo el examen de conciencia, remarca muy significativamente, que lo primero que hay que hacer es dar gracias por tanto bien recibido por parte del Señor, y posteriormente, revisando la propia vida, pedir perdón por los pecados cometidos.

Hoy, por tanto, brota de mi corazón un gran cántico de acción de gracias a Dios y a todos vosotros por tanto bien recibido de manera inmerecida a lo largo de todo este año en esta diócesis tortosina. ¡Gracias de corazón! Y a la vez pido perdón, a Dios misericordioso y a todos vosotros, por mis limitaciones, errores y pecados que seguro que he cometido a lo largo de este año, pidiéndoos también vuestra confianza y comprensión, y pidiendo sobre todo al Señor su gracia para que pueda continuar llevando a cabo la misión encomendada con mucha humildad, sirviéndolo a Él y a todos vosotros con alegría, tal y como dice mi lema episcopal (salmo 99,2).

El Papa Francisco -a quien agradezco de corazón su confianza nombrándome obispo de Tortosa- nos pide a los obispos que sepamos estar delante del Pueblo Santo fiel de Dios para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estar simplemente en medio de todos con cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones tenemos que estar detrás del pueblo “para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” (Evangelii gaudium, 31).

Todo esto no lo podré hacer nunca solo ni lo quiero hacer nunca solo. Esta gozosa misión episcopal solo se puede llevar a cabo contando con la gracia del Señor: sin Él, ninguno de nosotros nunca podrá hacer nada. Nuestras fuerzas son débiles. Solo unidos a Él, contando con su gracia, con su fuerza, es como podremos ir adelante todos los que formamos la diócesis de Tortosa: fraternalmente, eclesialmente, en comunidad, pastores y fieles, laicos y laicas, miembros de vida consagrada, diáconos y presbíteros, niños y niñas, jóvenes, adultos y mayores, por mi parte yendo “delante”, “enmedio” y “detrás”, sinodalmente, es decir, siempre “¡caminando juntos, llenos de esperanza”!

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