En las campañas comerciales se repiten hasta la saciedad las mismas consignas para que puedan penetrar con facilidad en los posibles clientes y acepten de buen grado el producto que se les presenta. Eso parece negativamente sospechoso y tiene, desde la ética más elemental, un cierto rechazo. Desde un punto de vista positivo se puede argumentar la conjunción de los medios con coherencia para conseguir un fin provechoso. Este quiere ser nuestro caso: repetir las mismas ideas utilizando los medios a nuestro alcance para sensibilizar a las comunidades cristianas. Por ello reproduzco en esta página del FULL, y de la prensa local, el mismo texto que he preparado para encabezar el folleto que distribuimos en todas las parroquias durante este fin de semana. Es un mensaje idéntico para dar cuentas y solicitar cooperación a los católicos y a la sociedad en general.
Cada año por estas fechas, en la campaña de NUESTRA IGLESIA o de GERMANOR, pedimos y ofrecemos colaboración para atender tantos proyectos de todo tipo (educativos, asistenciales, culturales…) que abundan en la práctica totalidad de nuestras comunidades. Esta petición no es sólo una iniciativa del obispo o de los responsables parroquiales, es, además de ello, un impulso y una necesidad de todos los bautizados que se lanzan a solicitar la respectiva solidaridad entre ellos y ante quienes observan con atención nuestros proyectos y realizaciones.
Ante la experiencia de los años anteriores constato con alegría unos resultados personales y económicos notables. Por ello la primera palabra es de agradecimiento a todas las personas e instituciones de nuestra sociedad que confían en la gestión llevada a cabo. El segundo rasgo quiere apelar a que nadie se canse o se desanime por su ayuda y su colaboración. Si hacéis balance de las luces y de las sombras que aparecen en toda obra humana, también en la eclesial, os aseguro que las primeras sobreabundan y las segundas son susceptibles de mejora. Entre todos lo conseguiremos y haremos de nuestro mundo una casa y un hogar mejor.
Durante varias campañas utilizamos la imagen de la familia como centro de la ayuda, del respeto y del amor entre sus miembros. También en la Iglesia. En la última hacíamos una llamada a sentirnos orgullosos de nuestra propia fe, desde donde partía la causa y la consecuencia de la actuación. Y siempre recordando las finalidades de las aportaciones que a todos beneficiaban: atención a la infancia, a los descartados sociales, a la preocupación por la soledad de los mayores y un largo etcétera.
Para este año se propone un tema importante que nos implica a todos y nos complica nuestra propia vida: la vocación, la respuesta, de los laicos al servicio corresponsable de la comunidad; la vocación a la vida consagrada para vivir y manifestar el carisma de la congregación para utilidad de la Iglesia y de mundo; la vocación al ministerio sacerdotal como un imprescindible servicio para enseñar, santificar y orientar a todos los miembros del Pueblo de Dios. Para todos los proyectos eclesiales solicito la ayuda y la colaboración. Necesitamos personas y también recursos que favorezcan y motiven esta importante decisión. Eso mismo nos acerca a todos y nos crea unos vínculos de fraternidad como corresponde a unos auténticos hermanos de Jesucristo e hijos de un mismo Padre que nos acompaña siempre.
Agradezco, en nombre de todas las comunidades católicas, vuestro respaldo y vuestra atención a las iniciativas que favorecen a toda la sociedad.