La editorial EDICE , sello de la Conferencia Episcopal Española (CEE), ha editado en un solo volumen el Protocolo marco de prevención y actuación en caso de abusos a menores y equiparables legalmente y la Instrucción de la Conferencia Episcopal Española sobre abusos sexuales.
Ambos documentos fueron aprobados por la Asamblea Plenaria de la CEE en las reuniones de noviembre de 2022 y abril de 2023 respectivamente. El protocolo es un instrumento para la acogida de las víctimas y la prevención, mientras que la instrucción recoge toda la dimensión jurídica y expone cómo desarrollar todo el proceso para que la verdad y la justicia se encuentren y puedan sanar, reparar y restablecer el corazón y la vida. Este último documento, en el que se ha venido trabajando desde 2018, es el primero de esta naturaleza aprobado por una conferencia episcopal en todo el mundo. Fue presentado el pasado 1 de junio.
Serenidad, oración, justicia y prevención
El volumen comienza con un recuerdo al que fuera obispo de Astorga y responsable de la comisión de protección de menores de la CEE, Juan Antonio Menéndez Fernández, que falleció en 2019. Lo hace con un extracto de una carta que dirigió en su momento a sus fieles diocesanos. Reconocía entonces que los abusos son hechos «que nos hacen sufrir mucho», pero que «es necesario afrontar con serenidad, oración, justicia y prevención».
También decía que «los cristianos debemos ser pioneros en la defensa de los derechos del niño y del adolescente y poner todo lo que esté de nuestra parte para prevenir el abandono de los menores a su suerte».
En la introducción del libro, Jesús Rodríguez Torrente, responsable del Servicio de Coordinación y Asesoramiento para las Oficinas de Protección de Menores, recuerda que la vocación de la Iglesia, que es custodiar la vida de los niños y jóvenes, «queda desamparada y herida profundamente» con los abusos. También, como ya dijo Benedicto XVI, que los abusos sexuales son, además de un pecado, un delito que debe ser castigado en el foro canónico y también en el civil, que exigirán una colaboración de la Iglesia con la justicia.
En su opinión, en los últimos años se han dado muchos pasos. Desde el motu proprio del Papa Francisco Vos estis lux mundi al Vademécum como la nueva normativa penal en el Derecho Canónico. En el caso de España, con los dos documentos que ahora se recogen en un volumen.
Las víctimas en el centro
«En este recorrido han sido las víctimas las que han pasado de ser parte de un problema, o de ser miradas en segundo plano, a ser el centro de toda reflexión y acción. Este, creemos, es el gran cambio de mentalidad de la Iglesia, donde tanto las oficinas de menores y vulnerables como la actuación sobre estos temas sin encubrimiento ni dilación han dado lugar a verdaderos pasos de transformación en las diócesis, en la vida religiosa y en la Iglesia universal», continúa.
En cualquier caso, Rodríguez Torrente insiste en que la gravedad de estos hechos «obliga a que no cejemos en el empeño y continuemos con esta labor de protección, de seriedad implacable y de formación e información para que la Iglesia y toda la sociedad sean purificadas y reconstruyan el rostro luminoso de Dios en cada ser humano».
A modo de recordatorio, concluye con los seis puntos que no se deben olvidar al afrontar esta cuestión en la Iglesia y que están en la base de los documentos del libro publicado por EDICE. Son los siguientes:
- El abuso de menores no puede seguir siendo un tabú.
- Es necesario ponerse en el lugar de la víctima.
- Este es un fenómeno mundial, no solo eclesial, y casi la mayoría de los casos se producen en a la familia. Ahora bien, esta afirmación, que se puede comprobar, no justifica nada en la Iglesia: no hay justificación ni para un solo abuso.
- Es necesario redefinir cuál es el poder que ostenta el religioso, religiosa o sacerdote, porque el abuso de menores está relacionado directamente con el abuso de poder. La Iglesia deberá tener como objetivo escuchar, proteger y cuidar a los menores abusados y olvidados allí donde se encuentren.
- Es necesario encontrar un equilibrio justo que no sea un justicialismo y una autodefensa para buscar la verdad y ayudar a sanar.