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El buen pastor

Celebramos en este domingo el día del buen pastor.
Cristo nos explica en este domingo, en el evangelio, quién es él, y lo hace a través de una
parábola o comparación, a través de una imagen que el pueblo judío conocía muy bien, al ser
un pueblo trashumante, que se dedicaba al pastoreo: la del buen pastor.
La imagen del buen pastor la entendemos nosotros perfectamente porque esta tierra es
también tierra de ovejas, de rebaños que son cuidados por un pastor.
Jesús, con esta parábola, nos explica cuatro tipos de relaciones que se establecen entre el
pastor y sus ovejas:

1. Una relación de amor: el buen pastor quiere lo mejor para sus ovejas, ama a sus ovejas, las lleva a verdes prados, las deja sestear, las conduce hacia fuentes tranquilas, procura que nos les falte de nada y las preserva de todos los peligros.

Jesús, con nosotros, es este mismo buen pastor, que nos ama hasta tal punto que ha entregado su vida por nosotros, y nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos. Tanto nos ha amado y nos ama que ha sido capaz de entregar su vida por nosotros. Él nos procura cada día alimento, salud, alegría, esperanza de vivir y quiere lo mejor para nosotros

2. Una relación de conocimiento: «Yo conozco a mis ovejas». No solo nos distingue, sino que nos conoce con todo el significado que tiene el verbo conocer en la Biblia.

Como el pastor conoce a sus ovejas también él nos conoce a cada uno. Conoce nuestras cualidades y defectos, nuestra generosidad y nuestra tacañería; conoce lo que nos alegra y lo que nos hace sufrir, lo que nos sobra y lo que necesitamos, y nos ama tal como somos.

3. Relación vocacional: el pastor llama a sus ovejas y estas lo siguen. Jesús nos llama a cada uno por nuestro nombre: nos llamó a la vida, a la fe, al matrimonio, al sacerdocio, a vivir de acuerdo con sus valores y su mensaje, nos llama cada día a pequeñas respuestas.

4. Relación salvífica: él nos da la vida eterna, nos regala la salvación, la plena felicidad.

Estos cuatro tipos de relación que Jesús establece con nosotros nos piden a cada uno una respuesta en estos cuatro sentidos:

1. Respuesta de amor: porque amor con amor se paga. Si él nos amó de esa manera, nosotros debemos amarlo a él siguiendo su proyecto sobre nosotros. Y, para amarlo a él, hemos de amar a los demás, porque si no amamos a los que vemos, ¿cómo vamos a amar a Dios, a quien no vemos?

2. Relación de conocimiento, que nos lleva a conocerlo, porque solo amamos lo que conocemos y a quien conocemos Y solo lo amaremos si realmente conocemos cada vez más quien es Jesús, para lo cual hemos de aprovechar todas las oportunidades de formación. Conocer su vida, su estilo y sus valores es fundamental para amarlo a él.

3. Respondiendo generosamente a la vocación a la que nos ha llamado.

Estamos viviendo una época de sequía vocacional. Tenemos que pedir por los jóvenes y las vocaciones, especialmente por las vocaciones sacerdotales, para que nunca falten sacerdotes en su Iglesia.

4. Colaborando en la salvación que nos ofrece, viviendo nuestra fe, siendo verdaderos agentes de evangelización y anunciándole con nuestra palabra y con nuestro testimonio de vida.

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