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El fin de semana del Papa: Adviento, celebración de la paz, reivindicaciones provida y posible viaje a Turquía por la unidad de los cristianos

El Papa ha tenido, como acostumbra, un fin de semana muy intenso en el que ha tratado aspectos teológicos, morales, diplomáticos y de diálogo interreligioso

Durante el tradicional ángelus de los domingos, el papa Francisco meditó el evangelio del primer domingo de Adviento, señalando que, si bien la Sagrada Escritura no ahorra advertencias sobre peligros y cataclismos, «la preocupación del Maestro es que sus corazones no se apesadumbren, y que esperen vigilantes la venida del Hijo del hombre». Porque, por encima de miedos y angustias, «la invitación de Jesús es esta: levantar la cabeza hacia lo alto y tener el corazón ligero y despierto», según se desprende de su palabra de esperanza: «Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación».

Como se detalla en la Biblia, muchos coetáneos de Jesús, ante las catástrofes que ven acaecer a su alrededor —persecuciones, conflictos, calamidades naturales—, se ven embargados por la angustia y piensan en el fin del mundo. «Tienen el corazón pesado por el temor», explicó el Santo Padre. «Jesús quiere liberarlos de las angustias presentes y de las falsas convicciones, indicando cómo estar prevenidos en el corazón, como leer los eventos a partir del proyecto de Dios, que actúa la salvación también dentro de las circunstancias más dramáticas de la historia», agregó.

Siguiendo el hilo de su intervención, el Papa afirmó que «también para nosotros es importante el consejo de Jesús», pues todos, en numerosos momentos de la vida, nos preguntamos «cómo hacer para tener un corazón “ligero”, “despierto”, “libre… Un corazón que no se deja aplastar por la tristeza».

Así, el Pontífice invitó a los fieles a preguntarse si «mi corazón está cargado por el miedo, por las preocupaciones, por las ansias en el futuro…», si «sé observar los eventos cotidianos y las circunstancias de la historia con los ojos de Dios, en la oración (…) o más bien me dejo tocar por el desánimo», deseando, finalmente, «que este tiempo de Adviento sea una ocasión preciosa para levantar la mirada hacia Él, que aligera el corazón y nos sostiene en el camino».

«Una espiral de paz»

Después de la oración mariana, Francisco conmemoró el 40.° aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, alcanzado gracias a la mediación de la Santa Sede. «Esto demuestra que, cuando se renuncia al uso de las armas y se dialoga, se recorre un buen camino», apuntó.

Del mismo modo, se congratuló por el alto el fuego en Líbano. «En esta situación, dirijo una invitación a todos los políticos libaneses, para que sea elegido inmediatamente el presidente de la República y las instituciones retomen su normal funcionamiento, para proceder a las reformas necesarias y asegurar al país su papel de ejemplo de convivencia pacífica entre las diferentes religiones», manifestó. También mostró su esperanza en que «la espiral de paz que se ha abierto» pueda llevar al alto el fuego sobre los otros frentes, especialmente en Gaza. «Llevo en el corazón —indicó— la liberación de los israelíes que aún son mantenidos como rehenes, y el acceso de la ayuda humanitaria a la exhausta población palestina. Recemos por Siria, donde lamentablemente se ha vuelto a encender la guerra causando muchas víctimas».

Por último, Francisco expresó su preocupación y dolor, por la «martirizada Ucrania». «La guerra es un horror, la guerra ofende a Dios y a la humanidad», añadió. El Pontífice puso el acento en que «el invierno está a la puerta, y amenaza con empeorar las condiciones de millones de desplazados», haciendo, una vez más, un llamamiento «a la comunidad internacional, y a todo hombre y mujer de buena voluntad, para que se esfuercen en todas las formas para detener esta guerra», especialmente «mientras nos preparamos a la Navidad, mientras esperamos el nacimiento del Rey de la paz», para que «se dé una esperanza concreta a estas poblaciones». «La búsqueda de la paz es una responsabilidad no de pocos, sino de todos. Si prevalece la indiferencia a los horrores de la guerra, toda, toda la familia humana está derrotada», sentenció.

Cristianos ocultos en Japón

Anteriormente, Francisco recibió el sábado en audiencia a los representantes de la Hidden Christians Research Association, una asociación japonesa que trabaja para proteger los Lugares Cristianos Ocultos de la región de Nagasaki, que en 2018 pasaron a formar parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

«El pueblo japonés es un pueblo noble», reconoció, en declaraciones recogidas por Fides, y su historia está marcada por el «testimonio de la fidelidad de tantos cristianos japoneses que han transmitido el precioso tesoro de la fe como una herencia, de generación en generación». «Aprecio mucho sus esfuerzos por preservar estos sitios como testimonios preciosos de un gran capítulo, pero oculto, de la historia de la Iglesia universal y de la de su noble pueblo», subrayó el Pontífice, en referencia prohibición del cristianismo expulsión de todos los misioneros en el s. XVIII, cuando, sin sacerdotes ni iglesias, los católicos japoneses se vieron obligados a organizarse solos.

Llamamiento por los cuidados paliativos

Ese mismo día, el Pontífice también recibió en audiencia a una delegación de representantes electos de Francia, ante quienes manifestó que «a pesar de ser distintas, la política y la religión tienen intereses comunes y compartidos». Puso especial énfasis en los jóvenes, quienes, afirmó, «necesitan un ideal», pues el joven «es fundamentalmente generoso y abierto a cuestiones existenciales». «Quienes piensan que los jóvenes no aspiran más que a estar en el sofá o en las redes sociales, ¡se equivocan!», sentenció.

Y no se olvidó tampoco de los mayores, ya que Francisco animó a los políticos franceses a que «con su contribución, el debate sobre la cuestión esencial del fin de la vida pueda llevarse a cabo con verdad. Se trata de acompañar la vida hasta su fin natural mediante un desarrollo más amplio de los cuidados paliativos».

Conferencia de Todas las Religiones

En el mismo día, el Santo Padre participó también en la Conferencia de Todas las Religiones, destacando en su mensaje el valor del diálogo en el contexto mundial marcado por «la intolerancia y el odio».

El «mundo de hoy», subrayó Francisco, es un escenario de «crecientes casos de intolerancia y odio entre pueblos y naciones». Fenómenos de «discriminación y exclusión, tensiones y violencia» basados en «diferencias de origen étnico o social, raza, color, lengua y religión» se han convertido en «una experiencia cotidiana para muchas personas y comunidades».

Si ignorar que «amarse y honrarse los unos a los otros» es la verdad común a «todas las religiones», las cuales enseñan que «como hijos del único Dios, debemos amarnos y honrarnos los unos a los otros, respetar la diversidad y las diferencias en un espíritu de fraternidad e inclusión, cuidando los unos de los otros y de la tierra, nuestra casa común», ignorar esto produce violencia y agitación en el mundo. Por ello, regresar a estos principios solo será posible «si todos nos esforzamos por vivirlas y cultivar relaciones fraternas y amistosas con todos, con el único fin de fortalecer la unidad en la diversidad, asegurar una convivencia armoniosa entre las diferencias y ser artífices de paz, a pesar de las dificultades y los desafíos que afrontamos».

Telegrama a Bartolomé I

Por último, Francisco cerró el sábado con un telegrama al patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, a quien expresó su deseo de celebrar juntos el 1.700 aniversario del concilio cristiano de Nicea, abriendo, por tanto, la puerta a un nuevo viaje apostólico a Turquía. «El recuerdo de ese importante evento seguramente fortalecerá los lazos existentes y alentará a todas las Iglesias a dar un testimonio renovado en el mundo actual», en palabras del Papa. Se trataría del segundo viaje a Turquía de su pontificado, ya que visitó Ankara y Estambul en noviembre de 2014, manifestando ya desde entonces su firme deseo de avanzar en la unidad de los cristianos.

«He expresado varias veces mi deseo de poder celebrar este evento junto a usted y agradezco sinceramente a todos los que ya han comenzado a trabajar para hacerlo posible», escribió, agregando que «el recuerdo de ese importante evento seguramente fortalecerá los lazos existentes y alentará a todas las Iglesias a dar un testimonio renovado en el mundo actual».

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