El documento recoge una serie de recomendaciones a la Iglesia para luchar contra los abusos sexuales y reparar el daño causado a las víctimas
El informe de Cremades concluye con una serie de propuestas a la Iglesia Española en el abordaje de los abusos sexuales producidos en su seno. En primer lugar -y como ya confirmo la CEE que haría- pide una reparación integral, que esta sea acordada con la víctima y en ningún caso, debe implicar exención de responsabilidad penal del victimario.
Para prevenir la violencia, las instituciones deberán facilitar el descubrimiento de la verdad, aunque haya prescrito o fallecido el abusador. Permitir que las víctimas tengan la condición de parte para poder participar en todo el proceso y ofrecer disculpas públicas y privadas. Además, debería solicitar a la Congregación para la doctrina de la Fe que levante la prescripción del delito para los casos que puedan ser juzgados canónicamente, y, en cualquier caso, poner en manos de la justicia todos los casos, así como adoptar medidas disciplinarias contra los victimarios.
Cremados recomienda a la Conferencia adoptar un Plan de Reparación Integral con un procedimiento definido que esté disponible par que las víctimas puedan acudir a él. También que la reparación sea abordada y definida por una Comisión Independiente externa a la Iglesia, con indemnizaciones de entre 6.000 y 100.000 euros a sufragar por un Fondo creado por CEE y CONFER, dotado inicialmente de 50 millones de euros. Para dicho fondo no deben utilizarse fondos aportados por los fieles ni contribuciones.
Además, debería prestar ayuda psicológica, psicosocial, médica y jurídica, realizar actos de conmemoración pública y habilitar un canal de denuncias externo e interno que garantice el anonimato. El despacho pide también a la CEE que haga entrega al Papa Francisco de los resultados de esta Auditoría.
En cuanto a medidas de prevención se proponen las siguientes: garantizar entornos seguros y protectores y que las personas con responsabilidad dispongan de la preparación necesaria. Realizar una evaluación de riesgos de todos los entornos y mejorar las infraestructuras físicas de manera que ningún niño pueda quedarse a solas con un adulto fuera de la vista de otros. Combatir el aislamiento y soledad de los religiosos, permitiendo que conserven una red afectiva e implementar mecanismos de prevención que hagan imposible el aislamiento y el mandato de silencio. Implantar un Plan de Prevención sometido a auditoría externa cada cinco años y una comisión de protección con un delegado de protección cada 300 personas, o 30 en caso de que sean menores. Cremades pide también impulsar un Código de conducta para las personas con responsabilidad dentro de la Iglesia y para sus colaboradores con un protocolo de actuación en caso de sospecha. Respecto a los menores, implantar programas de educación afectivo-sexual desde educación infantil hasta los 18 años.
Recomienda, además, que las intervenciones con niños y adolescentes las realice siempre personal experto y especializado, que se mantengan en orden los archivos y se conserven siempre las actas de las investigaciones. Precisar las competencias del tribunal de la Rota y fomentar las investigaciones académicas y profesionales sobre abusos sexuales perpetrados en instituciones religiosas.