Subraya en su homilía en la basílica de San Juan de Letrán que la Eucaristía «nos enseña a bendecir, acoger y besar los dones de Dios»
Mensaje claro del papa Francisco en la homilía de la Eucaristía del Corpus Christi, que presidió este domingo en la basílica de San Juan de Letrán: quien solo piensa en sí mismo, quien hace lo que quiere a pesar de los demás, no es libre.
«Esto no es libertad —continuó el Pontífice—, es una esclavitud oculta, una esclavitud que nos hace aún más esclavos. La libertad no se encuentra en las cajas fuertes de los que acumulan para sí, ni en los sofás de los que se entregan perezosamente al desentendimiento y al individualismo: la libertad se encuentra en el cenáculo donde, sin otro motivo que el amor, uno se inclina ante los hermanos para ofrecerles su servicio, su vida».
Durante su intervención, Francisco señaló tres ideas relacionadas con la Eucaristía: la acción de gracias, la memoria y la presencia. «La Eucaristía, pues, nos enseña a bendecir, acoger y besar, siempre, en acción de gracias, los dones de Dios, y esto no solo en la celebración: también en la vida», dijo sobre la primera.
Y esto, continuó, se hace «no desperdiciando las cosas y los talentos que el Señor nos ha dado, pero también perdonando y levantando a los que se equivocan y caen por debilidad o error. […] Y realizando nuestro trabajo con amor, con esmero, con precisión, como un don y una misión».
En segundo lugar, invitó a hacer memoria de la propia vida, de los éxitos y fracasos, «de esa mano tendida del Señor que siempre ayuda a levantarnos». También a reconocer la presencia real de Dios en el pan eucarístico. «Nos habla de un Dios no lejano, no celoso, sino cercano y solidario con el hombre; que no nos abandona, sino que nos busca, nos espera y nos acompaña, siempre, hasta ponerse, indefenso, en nuestras manos. Y esta presencia nos invita a hacernos cercanos a nuestros hermanos», concluyó.
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