Skip to content Skip to sidebar Skip to footer
Papa Mayores y Abuelos

El Papa llama a visitar y mostrar ternura a los mayores frente «a la actitud egoísta que lleva al descarte y la soledad»

El Vaticano publica el mensaje del Santo Padre para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, donde denuncia la «manipulación inaceptable» de enfrentar generacionalmente a jóvenes y ancianos, «un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación»

El Vaticano ha publicado hoy el mensaje del Santo Padre para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, que se celebrará el próximo 28 de julio, en el que subraya que «Dios nunca abandona a sus hijos», pues Él «no descarta ninguna piedra; al contrario, las más “viejas” son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir todas juntas el edificio espiritual».

En su reflexión, Francisco enarbola la Sagrada Escritura para recordar que podemos tener la certeza de que el Señor «también estará cerca de nosotros durante la ancianidad, tanto más porque en la Biblia envejecer es signo de bendición». Pese a esta seguridad, «en los salmos encontramos además esta sentida súplica al Señor: “No me rechaces en el tiempo de mi vejez” (Sal 71,9). Una expresión fuerte, muy cruda» y que representa el miedo al abandono, «particularmente en la vejez y en el momento del dolor».

No hace falta más que echar un vistazo en derredor nuestro para comprobar que este lamento refleja una realidad evidente: «Con mucha frecuencia, la soledad es la amarga compañera de la vida de los que, como nosotros, son mayores y abuelos». En su escrito, el Pontífice recuerda el caso de quienes apenas reciben visitas en los asilos; de los ancianos de países pobres cuyos hijos se han visto obligados a emigrar; de aquellos que están solos porque los hombres –jóvenes y adultos– han sido llamados a combatir, y las mujeres, a exiliarse para dar seguridad a los hijos… «En otras partes del mundo, existe una falsa creencia, muy enraizada en algunas culturas locales, que genera hostilidad respecto a los ancianos, acusados de recurrir a la brujería para quitar energías vitales a los jóvenes; de modo que, en caso de que una muerte prematura, una enfermedad o una suerte adversa afecte a un joven, la culpa recae sobre algún anciano». A su juicio, «estos prejuicios infundados, de los que la fe cristiana nos ha liberado, se deben combatir y erradicar».

Sin embargo, este conflicto generacional está también de actualidad en las sociedades más avanzadas y modernas. «Por ejemplo, hoy en día está muy extendida la creencia de que los ancianos hacen pesar sobre los jóvenes el costo de la asistencia que ellos requieren, y de esta manera quitan recursos al desarrollo del país y, por ende, a los jóvenes. Se trata de una percepción distorsionada de la realidad. Es como si la supervivencia de los ancianos pusiera en peligro la de los jóvenes», prosigue. «La contraposición entre las generaciones es un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación. Poner a los jóvenes en contra de los ancianos es una manipulación inaceptable», sentencia.

En su reflexión, el Santo Padre también centra en aquellos que hoy en día «buscan la propia realización personal llevando una existencia lo más autónoma y desligada de los demás que sea posible». En su opinión, «la familia, que es la primera y la más radical oposición a la idea de que podemos salvarnos solos, es una de las víctimas de esta cultura individualista. Pero cuando se envejece (…), la ilusión de no necesitar a nadie y de poder vivir sin vínculos se revela tal cual es: uno se encuentra en cambio teniendo necesidad de todo, pero ya solo, sin ninguna ayuda, sin tener a alguien con quien poder contar. Es un triste descubrimiento que muchos hacen cuando ya es demasiado tarde».

Así las cosas, «la soledad y el descarte se han vuelto elementos recurrentes en el contexto en el que estamos inmersos», fruto, en algunos casos, «de una exclusión programada, una especie de triste “complot social”; en otros casos se trata lamentablemente de una decisión propia. Otras veces también se los sufre fingiendo que se trate de una elección autónoma», pero que, en consecuencia, hace que se pierda cada vez más «el sabor de la fraternidad».

Llegados a este punto, Francisco recurre al relato del libro de Rut en el que la anciana Noemí —tras la muerte de su marido y de sus hijos— anima a sus nueras, Orpá y Rut, a regresar a sus países de origen. «Noemí —como tantos ancianos de hoy— teme quedarse sola, pero no consigue imaginar algo distinto. Como viuda, es consciente de valer poco ante la sociedad y está convencida de ser un peso para esas dos jóvenes que, al contrario de ella, tienen toda la vida por delante», señala. Sin embargo, Rut no se separa de su suegra y le dirige palabras sorprendentes: «No insistas en que te abandone», pues «no tiene miedo de desafiar las costumbres y la opinión común; siente que esa mujer anciana la necesita y, con valentía, permanece a su lado, dando inicio a una nueva travesía para ambas. A todos nosotros —acostumbrados a la idea de que la soledad es un destino inevitable— Rut nos enseña que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder “¡no te abandonaré!”», ya que «¡vivir solos no puede ser la única alternativa!».

Por último, el Santo Padre nos invita a seguir los pasos de Noemí y Rut, sin «miedo de cambiar nuestras costumbres y de imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos». Cabe recordar que, tras su decisión, Rut fue bendecida con un matrimonio feliz, una descendencia y una tierra. «Esto vale siempre y para todos –afirma Francisco–: estando cerca de los ancianos, reconociendo el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, también nosotros recibiremos muchos dones, muchas gracias, muchas bendiciones».

En esta IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, el Papa nos invita a «mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias», a visitar «a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible». Por ello, pide contraponer «el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!”» a la actitud egoísta que lleva al descarte y la soledad.

This Pop-up Is Included in the Theme
Best Choice for Creatives
Purchase Now