El papa Francisco ha respondido este miércoles a todos los que se preguntan por qué ha ido a Mongolia, un país con una comunidad católica muy pequeña, de apenas 1.500 miembros y con un recorrido reciente de tan solo 30 años. «Es precisamente ahí, lejos de los focos, que a menudo se encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira las apariencias, sino el corazón. El Señor no busca el centro del escenario, sino el corazón sencillo de quien lo desea y lo ama sin aparentar, sin querer destacar por encima de los demás», ha dicho.
Para el Pontífice, la de Mongolia es «una Iglesia humilde y feliz, que está en el corazón de Dios» y que ha experimentado la alegría de encontrarse por unos días «en el centro de la Iglesia». Así, ha valorado la labor que hicieron los primeros misioneros hace 30 años, que, desde diversas procedencias, aprendieron la lengua y dieron vida a una comunidad unida y verdaderamente católica.
Ha puesto el foco en el último acto en el país asiático, la inauguración de las instalaciones de la Casa de la Misericordia, la primera obra surgida en Mongolia. «Una casa que es la tarjeta de visita de esos cristianos, pero que recuerda a cada una de nuestras comunidades ser casa de misericordia: lugar abierto y acogedor, donde las miserias de cada una puedan entrar sin vergüenza en contacto con la misericordia de Dios que levanta y sana. Este es el testimonio de la Iglesia mongola», ha agregado.
Del mismo modo, ha recordado el encuentro interreligioso y ecuménico y ha reconocido que en el país, de gran tradición budista, hay muchas personas que viven en el silencio su religiosidad de forma sincera y radical. «Es crucial saber ver y reconocer el bien. A menudo, sin embargo, apreciamos a los otros solo en la medida en la que corresponden a nuestras ideas. Dios nos pide tener una mirada abierta y benévola, porque, sin caer en sincretismos, siempre hay alguna riqueza por descubrir», ha subrayado.
Francisco ha concluido su catequesis afirmando que estar en el corazón de Asia le ha hecho bien. Le ha hecho bien, ha continuado, entrar en diálogo con el continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las cosas, de abrazar el tiempo y el espacio.