El obispo de Trondheim clarifica en una carta a los sacerdotes de su diócesis la aplicación del documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre las bendiciones a parejas en situación irregular
Erik Varden, obispo de la diócesis Noruega de Trondheim y una de las voces más relevantes del catolicismo en la actualidad ha querido responder a la petición de sus sacerdotes sobre la aplicación del documento Fiducia Supplicans el pasado 18 de diciembre sobre las bendiciones a parejas en situación irregular.
El obispo noruego hace hincapié en el mensaje implícito de la declaración: «nos pide, a nosotros sacerdotes, mostrar sensibilidad pastoral en este tipo de situaciones». Una sensibilidad que reconoce, ya sucede. Agradece a los presbíteros de Trondheim su «habilidad para combinar la responsabilidad teológica con la caridad cristiana y el tacto pastoral». Y les recuerda que «estamos aquí para todos, para acompañar a todos».
Las parejas católicas en situaciones irregulares por supuesto que deben ser bendecidas, como siempre han recibido la bendición aquellos que por una u otra razón no pueden recibir la Santa Comunión. En este sentido, Varden llama a hacer una distinción entre la bendición eclesial y la bendición pastoral. Mientras que la primera se da en un acto público seguida de un ritual aprobado por la Iglesia, la segunda es un acto personal e íntimo. Esta distinción es un criterio a tener en cuenta en la aplicación de la Fiducia Supplicans, «si parejas que viven en circunstancias irregulares piden una bendición pastoral, lo apropiado es hacerlo de manera íntima».
Un segundo criterio es que dichas bendiciones no pueden nunca tener intención de legitimar nada, sino de «abrir la vida de uno a Dios y pedir su ayuda para vivir mejor». En este punto, Varden invita a reflexionar sobre el significado de las bendiciones en la Biblia. Su conclusión es que «las bendiciones bíblicas rara vez son una afirmación de un status quo, sino que son una llamada a la conversión».
Y añade un último factor, la misericordia. La declaración señala que «pedir una bendición en la Iglesia es aceptar que la vida de la Iglesia nace de la misericordia de Dios y nos ayuda a avanzar, a vivir mejor y a seguir el designio de Dios». Ese designio, señala Varden, es la santidad.