El pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización protagoniza la primera ponencia del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. En ella dio las claves para la evangelización y humanización de la cultura: la belleza
«La tradición es la fe viviente de los muertos, el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos. La tradición, por tanto, es condición de vida, sin la cual no existe futuro, deberían estar bien convencidos de esto, al menos, los creyentes». Esta fue una de las sentencias del pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Rino Fisichella, en su intervención durante el Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, en la catedral de Sevilla.
El arzobispo, que es el responsable de la organización del Jubileo 2025, defendió la regla de la continuidad frente a la de la discontinuidad. «Hace fecunda la obra», aseguró. En su opinión, si fuésemos capaces de mirar la historia de las cofradías y recordar la riqueza de la tradición, «entonces seríamos capaces de la auténtica revalorización histórica y teológica».
«Recuperar el tejido histórico donde nacieron las cofradías y reconstruir el horizonte eclesial que ha propiciado su origen permitiría hacer surgir los motivos que impulsaron su nacimiento y consentiría encontrar las plenas motivaciones para su existencia», añadió.
La belleza como respuesta
Otro de los puntos clave de su intervención fue la belleza como vía para la evangelización en un momento de cambio. «No podemos negar que estamos frente a una nueva cultura, la cultura digital que hace propia la inteligencia artificial, mostrando que estamos solo al inicio de un proceso que no conocemos aún, y que modifica radicalmente nuestro modo de pensar y actuar. Eso supone el desafío de la evangelización y la humanización de la tecnología. Es necesario descubrir con estupor y maravilla la belleza», señaló.
En este sentido, puso en valor cómo las cofradías y hermandades llevan «a la contemplación del misterio de la fe y a la necesidad de despertar y reavivar la fe personal»
«El arte de nuestras cofradías ha acogido esta enseñanza y tanto en la representación como en el uso de los materiales han dado voz a este misterio de amor. El oro, la plata, la madera más valiosa y las telas más finas, todo ha sido utilizado para hacer bello el sufrimiento fruto del amor. El paso de generación en generación que caracteriza la transmisión de la piedad popular permite a cada generación crecer en la fe, permaneciendo ligada a sus raíces», subrayó.
Eucaristía
Tras la ponencia de Fisichella, se celebró la Eucaristía, presidida por el enviado del Papa, Edgar Peña Parra, que recalcó que vivimos en un momento especial para renovar nuestra fe, fortalecer la esperanza y para acrecentar nuestra caridad. Y ser así discípulos de cristo en medio del mundo.
Tras la ponencia de Fisichella, se celebró la Eucaristía, presidida por el enviado del Papa, Edgar Peña Parra, que recalcó que vivimos en un momento especial para renovar nuestra fe, fortalecer la esperanza y para acrecentar nuestra caridad. Y ser así discípulos de cristo en medio del mundo.
«Es necesario preguntarnos sobre la disposición de nuestros corazones para recibirlo, porque Jesús no irrumpe con fuerza, no obliga a nadie a abrirle la puerta, Jesús invita, espera pacientemente a que cada uno de nosotros lo deje entrar en la propia vida», agregó.