El Estadio Olímpico de Roma acoge este fin de semana la Primera Jornada Mundial de los Niños convocada por Francisco.
Niños y niñas de 101 países se han dado cita en Roma este fin de semana en Roma para un encuentro muy especial: la Primera Jornada Mundial de los Niños, presidida por el Papa Francisco. El Pontífice se ha mostrado especialmente ilusionado de encontrarse con los más pequeños de la Iglesia, pues, como les ha dicho, considera que en ellos «todo habla de vida y de futuro».
En su saludo inicial ha querido hacer una mención a especial a los niños que viven las guerras, a quienes ha recibido en un encuentro privado por la mañana. «Hay niñas y niños que no pueden ir a la escuela. Son realidades que yo también llevo en mi corazón, y rezo por ellos. Recemos por los niños que no pueden ir a la escuela, por los niños que sufren las guerras, por los niños que no tienen qué comer, por los niños que están enfermos y nadie los cura» ha pedido.
Precisamente sobre la guerra y el sufrimiento han versado la mayoría de las preguntas que los niños han dirigido al Papa. Jerónimo, de Colombia, le ha preguntado si es posible la paz; Lia Marise, de Burundi, cómo podemos construir un mundo mejor; Federico, italiano, por qué hay niños que sufren.
Respecto al lema elegido para la Jornada: «Yo hago nuevas todas las cosas» les ha explicado que «Dios quiere esto, todo lo que no es nuevo pasa. Dios es novedad. Siempre el Señor nos da la novedad». Buscando siempre la participación del público Francisco ha contestado que «debemos empezar poco a poco: amar primero a los más cercanos, porque si yo no amo al compañero de escuela, si no amo al vecino, no puedo avanzar».
Respecto a las preguntas sobre la desigualdad en el mundo, el Santo Padre ha señalado que «es fruto de la malicia, del egoísmo (…) Muchos países gastan dinero en comprar armas para destruir a gente que no tiene que comer». También ha aprovechado para pedir a los niños un favor, «que todos los días cuando recéis, pidáis por los niños que sufren esta injusticia».
Los niños, muy curiosos, también han querido saber qué siente Francisco cuando su equipo gana un partido o qué milagro haría si pudiera. Él no ha dudado: «Que todos los niños tuvieran lo necesario para vivir, para comer, para jugar, para ir a la escuela».