El Santo Padre ha recibido a los representantes de la Confederación italiana «Confartigianato», fundada tras la segunda guerra mundial y que ha contribuido al renacimiento económico de Italia
El Papa Francisco ha recibido en audiencia a los empresarios y representantes de la Confederación italiana «Confartigianato», fundada tras la segunda guerra mundial y que ha contribuido al renacimiento económico de Italia. En su discurso, el Santo Padre se ha mostrado agradecido por la inclusión de quienes tienen graves discapacidades, son discapacitados, se mantienen al margen y les ha animado a «ser artesanos de una nueva humanidad y de la paz» en un momento en que «las guerras se cobran víctimas y no se escucha a los pobres».
Francisco ha destacado que «en las últimas décadas, el sector artesanal ha experimentado notables transformaciones, pasando de pequeños talleres a empresas que producen bienes y servicios incluso a gran escala. El uso de las tecnologías ha aumentado las posibilidades del sector, pero es importante que no acaben sustituyendo la imaginación del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios».
El Pontífice ha resaltado que el trabajo está conectado a tres partes del cuerpo: las manos, los ojos y los pies. De las primeras ha dicho que «el trabajo manual hace que el artesano participe en la obra creadora de Dios» y distinguió que «hacer no es lo mismo que producir». «Pone en juego la capacidad creativa que puede mantener unidas la habilidad de las manos, la pasión del corazón y las ideas de la mente. Sus manos saben hacer muchas cosas que los convierten en colaboradores de Dios. Como el barro en manos del alfarero, así son ustedes en mis manos’ (Jer 18,6), dice el Señor. Bendigan y den gracias al Señor por el don de sus manos y por el trabajo que les permite expresar».
No tener miedo a incluir a los grupos más frágiles
Además, ha afirmado que a veces también ocurre que sus empresas buscan personal calificado y no lo encuentran. Les pidió no desanimarse «al ofrecer empleos y no tengan miedo de incluir a los grupos más frágiles, es decir, los jóvenes, las mujeres y los migrantes». También les agradeció su contribución «a derribar los muros de la exclusión hacia los que tienen discapacidades graves o son discapacitados quizá a causa de un accidente laboral, hacia los que se mantienen al margen y son explotados».
Respecto a los ojos, ha elogiado la mirada original sobre la realidad que posee un artesano: «Tiene la habilidad de reconocer en la materia inerte una obra maestra incluso antes de que esté terminada. Lo que para todos es un bloque de mármol, para el artesano es un mueble; lo que para todos es un trozo de madera, para el artesano es un violín, una silla, ¡un marco!».
Desarrollar la imaginación
El último aspecto desglosado por el Pontífice fue la importancia de los pies y observó que los productos que son resultado de la actividad de Confartigniato «caminan por todo el mundo y lo embellecen, respondiendo a las necesidades de las personas». Luego, valoró la artesanía como «una forma de trabajar, de desarrollar la imaginación, de mejorar el entorno, las condiciones de vida, las relaciones».
Por último, Francisco confesó que le gusta pensar en ellos como «artesanos de la fraternidad» y evocó la parábola del Buen Samaritano, «que nos recuerda este oficio de las relaciones, del compartir juntos».