El Papa ha centrado su catequesis de la audiencia general, cuyo resumen ha sido leído en chino por primera vez, en la predicación, que debe estar sustentada por la oración, ungida por el Espíritu Santo y apoyada por el testimonio sin dejar de centrarse en Cristo
El papa Francisco ha centrado su centrado de la audiencia general de los miércoles en la predicación de la Iglesia, destacando el papel del Espíritu Santo en el anuncio de Cristo, que, a su juicio, es una cuestión de fe más que de persuasión. «El Evangelio debe ser predicado a través del Espíritu Santo», confiando en su poder, ha señalado. Por ello, animó a los fieles a trasmitir, más junto a las creencias y la doctrina, el testimonio de su propia vida. Como nota curiosa, la de hoy ha sido la primera audiencia general del Santo Padre con saludos y resumen en lengua china.
Así las cosas, el Pontífice ha recalcado que el anuncio del Evangelio debe ajustarse a la «buena noticia sobre Jesús, dar a conocer el misterio pascual de su muerte y resurrección», desechando de esta forma, la autorreferencialidad y el predicarse a uno mismo. En este sentido, el Papa invitó a que las homilías sean breves, pues «muchas veces se hacen sermones largos, de veinte o treinta minutos… Por favor, los predicadores deben predicar una idea, un afecto y una invitación a hacer. Con más de ocho minutos, el sermón se desvanece, no se entiende», ha explicado.
Más allá de cuestiones prácticas, el sucesor de Pedro ha desgranado los elementos propios de la predicación, el Evangelio, en tanto contenido, y el Espíritu Santo, medio inmejorable para ello. En cuanto al primero, sin menoscabo de los deberes morales contenidos en la Palabra, «si no queremos caer en el error denunciado por el apóstol Pablo de anteponer la ley a la gracia y las obras a la fe, es necesario partir una y otra vez del anuncio de lo que Cristo ha hecho por nosotros». Como terreno de entendimiento entre uno y otro emergería aquí el mandamiento «nuevo» del amor.
«El centro de la actividad evangelizadora y de toda intención de renovación eclesial» debe ser el kerigma, «el primer anuncio», ha proclamado Francisco. Sin olvidar que «así como Jesús, ungido con el Espíritu, fue enviado por el Espíritu “para llevar la buena noticia a los pobres”, así debe ser para la Iglesia», quedando bien a las claras, por tanto, que el Evangelio debe ser predicado por medio del Espíritu Santo. Y ha recordado de nuevo a san Pablo, con su fortaleza en la fe y confianza no en «discursos persuasivos de sabiduría, sino en la manifestación del Espíritu y su poder».
Para poner en práctica las recomendaciones del Papa, este ha dado una receta infalible: hacerse fuertes en la oración, en primer lugar, y evitando predicarse a uno mismo, posteriormente. Ha recordado a este respecto que Dios «da el Espíritu Santo a los que se lo piden», y más aún si se reclama para anunciar el Evangelio de su Hijo. En cuanto al segundo precepto, ha especificado que ponerse uno en el lugar privilegiado de Cristo obedece a la tentación de «no dar siempre la preferencia a las iniciativas pastorales promovidas por nosotros y vinculadas a nuestro propio nombre, sino colaborar de buen grado» con el resto, participando, si procede, en proyectos comunitarios de otros hermanos de la Iglesia.