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Francisco recuerda que socorrer a los migrantes en el mar es «un deber de humanidad»

La oración con los líderes religiosos por los marineros y migrantes fallecidos en el mar Mediterráneo ha sido uno de los momentos más significativos de la primera jornada del papa Francisco en Marsella. Un momento que el Pontífice ha aprovechado para alzar la voz y recordar que socorrer a los migrantes en el mar «es un deber de humanidad, un deber de civilización».

«No podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz; no podemos seguir presenciando los dramas de los naufragios, provocados por contrabandos repugnantes y por el fanatismo de la indiferencia», ha señalado en su segundo discurso de esta breve visita apostólica, que concluye el sábado.

También ha lanzado un llamamiento para que la sociedad no se acostumbre a considerar los naufragios como noticias y a los muertos como cifras: «Son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas rotas y sueños destrozados. […] Frente a semejante drama no sirven las palabras, sino los hechos. Pero antes hace falta humanidad: silencio, llanto, compasión y oración».

El Pontífice ha tenido palabras para las comunidades creyentes en particular, a las que ha pedido ser ejemplares en la acogida, sobre todo, cuando las relaciones entre los grupos religiosos no son fáciles por la «larva del extremismo y la peste ideológica del fundamentalismo».

«Que ninguno guarde en su corazón sentimientos de odio hacia su prójimo, sino de amor, porque el que tuviere odio, aunque sea a un solo hombre, no podrá estar tranquilo ante Dios. Dios no escucha su oración mientras guarde rencor en su alma», ha señalado, citando las palabras de «un hombre de Dios».

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