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Persona Sin Hogar

Fundación Lázaro: un ejemplo de cómo la Iglesia atiende a las personas sin hogar

Este proyecto, protagonista en la campaña 12 semanas de la Conferencia Episcopal, promueve la convivencia entre jóvenes y personas que viven en la calle

La Fundación Lázaro es una de las realidades vinculadas a la Iglesia —acompañada por los sacerdotes de las diócesis donde se encuentran— que atiende a las personas sin hogar. Lo hace desde más de diez años y con un modelo novedoso: hogares compartidos entre los beneficiarios y jóvenes.

Según se explica en la página web de la Conferencia Episcopal al hilo de la Campaña 12 Semanas —la quinta está dedicada a este tema— «la convivencia permite crear vínculos entre las personas excluidas y las incluidas para facilitar la estabilidad que necesita un sin techo».

Y continúa: «El camino empieza ofreciendo un lugar donde vivir, donde sentirse bienvenido y en familia. Pero también están para restaurar su dignidad, fomentando su reintegración en la sociedad y su autonomía. El objetivo final de este trayecto compartido es que las personas más vulnerables puedan abandonar Lázaro y reconstruir su vida».

Ramón es uno de los jóvenes voluntarios de Madrid: «Las personas sin hogar necesitan relaciones humanas para recuperarse, tanto como necesitan un techo. Elegimos vivir juntos, con sencillez, día a día para construir relaciones de confianza entre personas que de otro modo nunca se habrían conocido. Realizamos también actividades con ellos como talleres, ir al teatro o una salida por la ciudad. Se crean lazos de verdadera amistad y con ellos, de confianza en la vida».

Bernabé lo explica así: «Durante mucho tiempo, la sociedad ha tendido a categorizar a las personas: ancianos juntos, personas con discapacidad, personas sin hogar… Lázaro es un lugar que favorece el encuentro, la diversidad y la inclusión. Con ello ayudamos a transformar la vida de las personas que han pasado por situaciones muy poco favorables».

Los datos

Durante el año 2022, más de dos millones de personas se han acercado a algunos de los más de 6.100 centros en los que la Iglesia trabaja para mitigar la pobreza entre las personas más vulnerables de nuestro país. De hecho, estos centros son los más numerosos en nuestro país y donde un mayor número de personas acude cada año.

Familias, jóvenes, desempleados, inmigrantes, personas sin hogar, o exreclusos, reciben en estos centros atención básica de apoyo a sus necesidades materiales: alimentos, ropero, pago de recibos, ayuda en el acceso a la vivienda, asesoría… Pero también, acompañamiento humano y espiritual.
El acompañamiento a las personas es básico en la acción caritativa de la Iglesia.

 

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