Homilía y ángelus para el 16 domingo de Tiempo Ordinario, A, 20-7-2014
Textos recopilados por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD
NVulgata 1 Ps 2 E – Concordia y ©atena Aurea (en)
(1/3) Benedicto XVI, Ángelus 17-7-2011 (de hr es fr en it pt)
(2/3) San Juan Pablo II, Ángelus 22-7-1984 (es it)
(3/3) San Juan Pablo II, Homilía en Castelgandolfo 22-7-1990 (it):
«La liturgia de este domingo, como hemos escuchado, nos invita a todos a una fuerte reflexión: la parábola del buen grano y de la cizaña, que Jesús mismo quiso explicar, expresa el verdadero y único significado de la historia humana.
Jesús afirma abiertamente que, por desgracia, existen los “obradores de iniquidad” (Mt 13, 41), los “hijos del maligno” (Mt 13, 38), que siembran la cizaña en el curso de los tiempos: esta siembra dramática y terrible está ante nuestros ojos como lo ha estado en el pasado.
Sin duda, la libertad es un valor positivo, que confiere a la persona humana su dignidad, habiendo sido creada a imagen y semejanza de Dios, y por eso se nos dio para conocer, amar y servir a Dios y al prójimo, mereciendo así la felicidad eterna e infinita.
Del uso negativo de la libertad nace la cizaña, que no puede arrancarse del campo porque no puede eliminarse la libertad. Aquí radica en realidad el drama. Aquí está también el misterio de la historia humana. Dios ha creado libre al hombre para hacerlo digno de su naturaleza y de su felicidad eterna.
En el campo de la historia debemos ser el “buen grano” (Mt 13, 24), usando la libertad de modo positivo y constructivo, según los planes de Dios creador y la directrices salvíficas de la ley moral.
La parábola misma y las demás lecturas que nos propone la liturgia de hoy nos dicen que el bien y el mal, el buen grano y la cizaña, conviven y crecen juntos en el campo de la historia hasta su conclusión. Ciertamente la historia llegará a su fin y entonces tendrá lugar la definitiva separación entre los que quisieron ser buen grano y los que eligieron ser y sembrar cizaña.
Dice Jesús: “La siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será el fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre” (Mt 13, 39-43).
No podemos menos de ver que son palabras muy fuertes, son palabras muy duras, pero también muy consoladoras, si nos hacen reflexionar: todos somos criaturas de Dios y hemos de someternos a su voluntad, someternos humildemente, pero sobre todo amorosamente: estas dos actitudes van siempre juntas.
A lo largo de la historia, y por tanto prácticamente durante todo el tiempo de nuestra existencia terrena, hemos de esforzarnos siempre por ser el buen grano. Ciertamente la cizaña, con su difusión, impresiona y asusta. Y, sin embargo, también afirma Jesús que el Reino de los cielos, al principio pequeño como un granito de mostaza, ha crecido y ha llegado a ser un gran árbol; el árbol de la Iglesia, el árbol de la Gracia, que invita a todos a la Verdad y a todos acoge. El reino de los cielos es como la levadura escondida en la pasta, que mantiene vivo el bien y lo hace fermentar en nuestras almas.
Por más vasta y violenta que sea la obra de la cizaña no hemos de desalentarnos, porque el reino de los cielos está entre nosotros, está en nuestras almas mediante la Gracia santificante, mediante la Gracia sacramental; también mediante el Magisterio de la Iglesia, Magisterio auténtico y perenne que nos guía e ilumina, y mediante el ejemplo de los santos y las buenas inspiraciones que el Señor mismo nos otorga.
Ser “buen grano” y “sembrar buen grano” en el campo de la historia es una gran dignidad y un ideal supremo, que hace bella y comprometida la vida cristiana, la vida humana, da serenidad y entusiasmo, proporciona consuelo y aliento, especialmente en los momentos más difíciles y en las decisiones más importantes.
La parábola del buen grano y de la cizaña pone de relieve el drama y el misterio de la historia en el que actúa el hombre, actúa la libre voluntad creadora y redentora de Dios y actúa también la libre voluntad del hombre.
En las dificultades y en las complicaciones de la vida, “el Espíritu –escribía san Pablo a los Romanos– viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8, 26-27). Así, el Espíritu Santo viene en auxilio de nuestra debilidad».
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968: fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964: it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que así iluminen bien al pueblo cristiano» (San Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993: es it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005: de es fr en it lt pt).
LOS ENLACES A LA NUEVA VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (San Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979: ge es fr en lt pt). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012: de es fr en it pl pt).