Subraya que el diaconado no es lo más urgente en materia de participación de la mujer y que hay otros ministerios y oficios que se pueden implementar ya
José San José Prisco, sacerdote de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, catedrático de Derecho Canónico y decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, comparte con ECCLESIA su balance sobre la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo que acaba de concluir y el Documento Final presentado al Papa. San José ha participado como experto de la Comisión de Derecho Canónico.
¿Cómo valora el Documento Final?
Responde a lo que se ha hablado y a los temas de fondo recogidos en el Instrumentum Laboris (IL), aunque este ha tenido bastantes modificaciones que lo han mejorado. Creo que el Documento refleja muy bien las discusiones que ha habido en el aula.
El cardenal Hollerich explicaba que en esta asamblea se ha percibido una menor conflictividad, ¿cómo ha sido el ambiente durante los trabajos?
Hay que subrayar una diferencia muy notable con respecto a la sesión del año pasado. Entonces, teníamos un texto de trabajo que recogía una gran variedad de temas, algunos de ellos que podríamos calificar de conflictivos, que habían surgido de la fase de consulta al pueblo de Dios y alguno ratificado en las asambleas continentales. El Papa, al ver que esos temas desbordaban el objeto de la asamblea, decidió encomendárselos a unos grupos de trabajo especializados. Por tanto, temas que podrían ser conflictivos de cara a la discusión en el aula no han estado presentes esta vez.
¿Ha sido buena idea?
Ha sido necesario hacerlo, vista la experiencia de la primera asamblea. Entre otras cosas, porque el objeto del Sínodo, desde un comienzo, no era hablar de estos temas periféricos. Era hablar de lo que recoge el Documento Final, es decir, de cómo la Iglesia en el tiempo presente puede responder mejor a los retos de la evangelización, contando con todos, trabajando juntos, discerniendo juntos y tomando las decisiones juntos.
¿Le ha sorprendido que el Papa no haga exhortación?
En realidad, no. Porque el IL para esta asamblea ya tenía una gran redacción y muchos elementos teológicos de fondo. Francamente, el Documento Final es lo más parecido a una exhortación. En sí mismo reúne los elementos para ser publicado como está. El Papa así lo ha considerado y lo ha hecho suyo mandándolo publicar inmediatamente, porque está bien hecho y porque los puntos que contienen representan un avance en la comprensión del magisterio y de la disciplina, sin rupturas. El IL de la primera asamblea era demasiado complejo, contenía muchas preguntas y remitía, de alguna forma, al proceso sinodal alemán. Era confuso y eso provocó una gran dispersión en las respuestas.
¿Cree que el punto del Documento sobre la posibilidad de que las conferencias episcopales tengan «competencia doctrinal y disciplinar» ha obtenido tantos votos en contra porque remitía a ese camino alemán?
Si este número se hubiera votado hace quince días, no hubiera conseguido tanta mayoría. Por el camino hubo que entender bien qué significa eso de la competencia doctrinal y qué significa la posibilidad de que, a nivel disciplinar, las conferencias puedan tomar decisiones. Cuando esto se ha clarificado, se ha conseguido la amplia mayoría necesaria, aunque no faltan algunos descontentos.
¿Qué se ha tenido que explicar?
Una de las cosas que ha habido que explicar es que las decisiones doctrinales que pudieran tomar las conferencias episcopales no pueden estar en contra de la doctrina universal aceptada por toda la Iglesia. Y lo mismo en el caso de la competencia disciplinar. Por ejemplo, las conferencias episcopales no pueden suprimir el celibato de los clérigos, porque es una norma fija de carácter universal para la Iglesia latina y es una decisión reservada al Papa. Entendidos los argumentos, gracias a los teólogos, el punto se aprobó con mayoría cualificada. Lo que sucede es que algunos participantes no están a favor de la descentralización que, por otra parte, ha solicitado el propio Papa. No hay otro camino, porque la Iglesia tiene muchos rostros, y no puede ser todo igual, para todos, en todas partes. Una de las virtudes de la descentralización es que permite que haya ritmos distintos a la hora de vivir una misma fe en el seno de la misma Iglesia.
¿Qué cambios se podrán operar en el Derecho Canónico?
La asamblea ha aprobado propuestas para que se modifiquen algunas normas, pero es el lugar para modificar las leyes. Es lógico que el Documento asegure que hacen falta modificaciones que, por otro lado, no van a ser inmediatas. La comisión canonística, a la que pertenezco, tiene trabajo por delante al menos hasta junio. Entonces, se presentarán soluciones más concretas al Papa. Habrá una propuesta en lo referente a la obligatoriedad de los Consejos, especialmente los pastorales, en las diócesis y parroquias, sobre los concilios provinciales y sobre la participación de todos los fieles en la toma de decisiones.
¿Qué novedad podrá aplicarse en los ministerios laicales?
Lo básico está ya en el Código de Derecho Canónico. No hay ningún cambio sustancial. Lo único que pide el Documento es que lo que ya existe se aplique, porque no se aplica en toda su amplitud. Los ministerios laicales bautismales, que no precisan del sacramento del Orden, ya están contemplados en la normativa vigente. Ahora mismo, los ministerios instituidos a nivel de toda la Iglesia son tres: lector, acólito y catequista, accesibles tanto a hombres como a mujeres. Pero pueden crearse, según las necesidades y el principio de descentralización. El Papa no tiene que estar creando ministerios instituidos universales. El obispo en su diócesis o la conferencia episcopal para el territorio pueden crear ministerios estables. El Código de Derecho Canónico les concede un amplio margen de actuación.
Pese a que la discusión sobre el diaconado femenino se había dejado fuera de los debates, en el Documento Final se menciona…
Porque ha habido intervenciones sobre el asunto en la asamblea y el Documento refleja lo que ha sido la realidad. No se trata de ocultar nada ni de engañar a nadie. El Papa ha insistido en que este no es el punto más importante de cara a la participación de las mujeres. Que es mucho más importante incorporarlas en los órganos de gobierno y de decisión. Para eso no hace falta el orden del diaconado. En España, por ejemplo, hay mujeres ecónomas o cancilleres en las diócesis. Se mira al diaconado permanente de las mujeres como la meta más urgente a lograr, cuando hay otros ministerios y oficios en los que pueden estar presentes y se puede implementar ya. Lo que el Documento recoge es que, en la medida de las posibilidades, en todos los lugares, en todas las diócesis, haya una participación más visible de las mujeres. Tienen que contar más en la toma de decisiones. Pero no son las mujeres las únicas olvidadas, también se habla de potenciar la presencia de los jóvenes, de las personas con discapacidad o de los pobres.