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«La infancia misionera»

Este domingo, segundo del tiempo ordinario, la Iglesia en España celebra la Jornada de la Infancia Misionera. Es una iniciativa mundial que recuerda la noble labor de los misioneros que se dedican a atender a los cerca de cuatro millones de niños, en 120 países, que se calcula que se benefician de esta gran obra evangelizadora y asistencial. 

Las Obras Misionales Pontificias (OMP) son una iniciativa de la Iglesia Católica, que promueve y depende directamente del Papa, y que tiene por finalidad el sostenimiento económico y espiritual de los territorios de misión. La Infancia Misionera es una de las cuatro obras de la OMP y fue fundada en 1843, es decir, ochenta años antes de la Declaración de los Derechos de la Infancia de Ginebra. La Infancia Misionera fue creada en Francia, bajo la protección del Niño Jesús, por el sacerdote Charles de Forbin-Janson. Este aristócrata parisino renunció a su cargo político para ponerse al servicio de Dios, en particular para defender la figura del Papa, restaurar la fe en Francia y evangelizar el mundo. 

La Obra de la Infancia Misionera no solo pretende canalizar la ayuda hacia las misiones, sino que también quiere poner a los niños en el centro de la labor evangelizadora. Les quiere dar el protagonismo de la misión. Ellos también son misioneros en sus entornos. La misión en los niños los hace crecer en generosidad, solidaridad y en amor al prójimo. 

Las aportaciones recogidas gracias a esta iniciativa ayudan a llevar a cabo una tarea que beneficia a los niños en los territorios de misión. Son recursos necesarios para poder ofrecerles un desarrollo físico, humano y espiritual básico. Hay cerca de dos mil quinientos proyectos en el ámbito de la educación, la salud, la protección de la vida y la evangelización.  

El carácter universal de la Iglesia queda patente con iniciativas de ayuda como la Obra de la Infancia Misionera. Ciertamente, todos nos sentimos parte de la gran familia de la Iglesia. Ya desde sus inicios, los cristianos tenían la idea de hacer un fondo común y distribuirlo según las necesidades (cf. Hch 2,44). Muchos países hacen su aportación al Fondo Universal de Solidaridad. Nuestro país envió el año pasado cerca de dos millones trescientos mil euros que beneficiaron a niños de cuarenta y cuatro países. 

Como propone el lema de este año de la Infancia Misionera, «Comparto lo que soy», os animo a todos a compartir y hacer comprender la necesidad de la misión y de ser misioneros. Es importante que los más pequeños también sean protagonistas. Necesitamos su iniciativa, alegría y creatividad. 

Queridos hermanos y hermanas, os animo a participar en la colecta de este domingo a favor de la Obra Infancia Misionera. Seamos luz para el mundo de la mano de Jesús. Seamos, con los más pequeños, sembradores de estrellas y de esperanza. 

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