La catedral de la Almudena acoge este vienes una Eucaristía de acción de gracias presidida por el cardenal José Cobo
En el centenario de su aprobación por el papa Pío XI —11 de enero de 1924—, la Institución Teresiana celebra este viernes, 12 de enero, a las 19:00 horas, una Eucaristía de acción de gracias en la catedral de la Almudena, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo. A la Misa asistirán la directora de la Institución Teresiana, la filipina Gregoria Ruiz, así como el consejo de gobierno de esta asociación internacional de fieles laicos fundada por san Pedro Poveda en 1911. Integrada en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, tiene como finalidad la promoción humana y la transformación social mediante la educación y la cultura. Participa así de la misión evangelizadora de la Iglesia, que sus miembros llevan a cabo a través de su profesión, vida familiar y presencia en la sociedad.
La Institución Teresiana cuenta con más de 3.000 miembros y está presente en más de 30 países de cuatro continentes —Europa, África, América y Asia—, donde, en función de las características locales, se han organizado celebraciones en torno a tan importante efeméride, destacando las que tendrán lugar en lugares como Cuba o Tierra Santa. La acción de gracias se centrará en el recorrido de tantos y tan fecundos años, de los proyectos realizados y los frutos recibidos. Precisamente, la Institución Teresiana, que tenía pleno reconocimiento eclesial y civil en España, recibió con el citado documento pontificio un aval de la Iglesia universal para su crecimiento e implantación en otros países.
Caracterizada siempre por el papel preeminente de las mujeres —la asociación ha estado siempre gobernada por directoras—, fue precisamente una joven española de 32 años, Josefa Segovia, al frente de la Institución desde 1919, la encargada de presentar ante el Papa los documentos para su aprobación. En aquel octubre de 1923, la Institución Teresiana contaba con 12 centros o academias, cerca de 300 miembros con diversidad de compromisos, más de 450 antiguas alumnas y unas 700 alumnas que se preparaban para ejercer como maestras o estudiaban en la universidad. Todas sus academias, además, estaban dirigidas por mujeres.
No cabe duda de que la Institución ha tenido y sigue teniendo un papel singular en la promoción de la mujer en la Iglesia y en el mundo, así como en su acceso a la educación superior y a puestos de responsabilidad. Con su aprobación, la Santa Sede también daba luz verde a una nueva vocación seglar. Los miembros de la asociación, por aquel entonces sólo mujeres, presentaban en 1924 un modo de vivir y trabajar en el mundo, pero con compromisos y dedicación personal, formación cuidada y vida de fe profunda. El Concilio Vaticano II, décadas después, reconocería este camino abierto a los laicos, subrayando el papel evangelizador de los fieles como Iglesia en medio del mundo.