“No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa” (Mc 6,4)
- ¿En la sociedad actual se comprende o se ignora, se escucha o se persigue a los profetas?
- Es verdad que a veces se reconoce que un determinado personaje es o ha sido realmente un profeta. ¿Qué papel se le atribuye o se le reconoce en esos casos?
- ¿Recordamos el nombre de algún profeta que haya dado testimonio del bien y de la verdad?
- ¿Se reconoce entre nosotros el valor de alguien que, precisamente por actuar proféticamente, haya sido perseguido y aun martirizado?
- ¿En nuestras comunidades se hace alguna vez oración por las personas que han recibido el don de profecía?
- Los últimos papas han hablado del ecumenismo del martirio. ¿Reconocen las comunidades cristianas el valor de los profetas que han dado su testimonio en otras comunidades?
- ¿Qué valores y qué antivalores estoy yo dispuesto a admitir o rechazar cuando percibo la misión de los profetas que me son enviados por el Señor?