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La tentación de la envidia

“¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” (Mt 20,15)

  1. La frase evangélica sugiere que las envidias entre los hermanos son una ofensa al mismo Dios. ¿Por qué ese pecado tan frecuente supone una duda o una negación de la bondad de Dios?
  2. A veces se dice que el dueño de la viña dio el mismo salario a los últimos porque habían trabajado tanto o más que los primeros. ¿Responde esa interpretación al mensaje evangélico sobre el amor gratuito de Dios?
  3. Dios nos hizo a su imagen y semejanza. ¿Pero no tratamos nosotros de imaginar y presentar un Dios concebido a nuestra imagen y semejanza?
  4. Ante esta parábola, que tanto se parece a la del hijo prodigo, ¿cómo se puede explicar que pensemos y actuemos con envidia si de verdad reconocemos y proclamamos el amor universal de Dios y su misericordia paternal?
  5. En las primeras comunidades, algunos discípulos procedentes del judaísmo, desde “la primera hora”, deseaban tener más privilegios que los discípulos llegados del paganismo  ¿Se pueden observar hoy tensiones semejantes en la Iglesia?
  6. Explicando las bienaventuranzas, san Bernardo decía a sus monjes que los perseguidos no siempre tienen que soportar la persecución que viene de fuera. ¿Hay también asechanzas y críticas provenientes de los de dentro?
  7. Y yo, ¿estoy dispuesto a reconocer el bien que hacen algunas personas que parecen encontrarse en las periferias de la comunidad cristiana?
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