Queridos hermanos:
Este sábado 18 de mayo de 2024, a las 21:00 h, en la Parroquia de Guadalupe de Cáceres, tendremos la vigilia diocesana de Pentecostés. Así termina el tiempo pascual: Jesús, ascendido al cielo, nos envía la promesa del Padre. El Espíritu es nuestra participación en la resurrección de Jesús en esta vida como anticipo y arras del cielo; hace de nosotros creaturas nuevas a semejanza de Jesús resucitado, nos recuerda sus palabras y nos lleva a la verdad completa.
En Pentecostés, la Iglesia celebra el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, que este año, en el contexto del Sínodo sobre la sinodalidad, lleva por lema: «Laicos por vocación, llamados a la misión».
“Comunión, participación, misión” son las palabras clave sinodales. Si al final no estuviera la misión, todo se quedaría en un puro ejercicio de autorreferencialidad, de organización interna, de mirarse al espejo para arreglarse un poco con un nuevo look más moderno y a la moda.
La comunión no consiste en cerrar filas, sino en ser acogedores y no excluyentes ni exclusivos, en abrir puertas y ventanas para que se llene la sala del banquete.
La participación no es un nuevo reparto de autoridad o de responsabilidades, sino un mayor compromiso en el servicio.
Y la misión no es una nueva campaña de proselitismo, sino de atracción y contagio del amor de Dios derramado en nuestros corazones, de compartir la vida buena de la santidad y avanzar juntos hacia el cielo.
El sínodo no consiste en mirarnos unos a otros, quizás con recelo, para manifestar nuestras incomodidades o desajustes internos. Pretende que miremos juntos en la misma dirección y nos pongamos en marcha, con la vista puesta en el camino que lleva al Reino de los cielos, que va a los confines de la tierra para anunciar el evangelio. Por eso este sínodo seguramente no se terminará en 2024, porque este sínodo es la Iglesia en marcha.
La sinodalidad es la respuesta a la pregunta del millón: ¿cómo cumplir el mandato misionero hoy en nuestro mundo, en nuestra sociedad? Llamémoslo sinodalidad o como queramos, pero lo claro es que no lo lograremos sin la unión y colaboración de todos los bautizados en esta tarea.
El proceso sinodal –iniciativa clarividente de nuestro Santo Padre el Papa Francisco– que la Iglesia está llevando a cabo en nuestros días, supone un cambio de mentalidad. Ya no podemos identificar a la Iglesia con el Papa, los obispos, los curas y las monjas; la Iglesia somos todos, y no solo los que estamos dentro, sino también los que están llamados a la salvación.
Las múltiples vocaciones específicas que el Espíritu suscita y los diferentes carismas que reparte son dones para compartir, para darse, para edificar la Iglesia y para construir el Reino. No pierden nunca su condición de don, y si se apropian indebidamente o se utilizan egoístamente, si se convierten en propiedad, se pierden y desvirtúan. Solo dándose crecen y se multiplican.
El día 23 de mayo, a las 20:00 h, tendremos un encuentro abierto sobre el Sínodo en el Seminario diocesano con D. Miguel Ángel González que ha participado en el encuentro mundial de párrocos por el Sínodo en representación de la Conferencia Episcopal Española. No desaprovechemos esta oportunidad de sumarnos a la marcha de la Iglesia en camino. Es una gracia tener en nuestra diócesis un misionero de la sinodalidad, enviado por el Papa Francisco.
Con mi bendición,