Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

«Lignum Crucis». El leño de la cruz

El domingo 14 de abril, al concluir el Año jubilar, se cierra la Puerta santa del santuario de Sto. Toribio, situado en la comarca de Liébana, cerca de Potes, diócesis y provincia de Santander. Por otra parte, los días 20 y 21 del mes de abril, el Lignum Crucis que se conserva en dicho monasterio, peregrinará a la ciudad de Astorga.

Según una antiquísima tradición, esta reliquia fue traída de Jerusalén por el que fuera obispo de nuestra Diócesis allá por el siglo V, y actual patrono, Santo Toribio. Como sucedió con otras muchas reliquias, también ésta fue trasladada hacia zonas más seguras cuando se produjo la invasión musulmana de la península ibérica. Este traslado tuvo lugar en el siglo VIII, coincidiendo también con el de los restos del santo obispo.

Con motivo de la celebración del Año Santo Lebaniego 2023-2024, la Cofradía de la Santísima Cruz de Santo Toribio de Liébana, previa autorización del Obispo de Santander, consciente de la profunda vinculación que la reliquia tiene con la historia y la tradición de nuestra Diócesis, nos planteó la posibilidad de hacerla peregrinar hasta aquí, una vez finalizado el Año Santo, ofrecimiento que hemos acogido con alegría y gratitud.

Para los no iniciados, cabe señalar que no acogemos para la veneración a un simple trozo de madera insertada en un relicario en forma de cruz de plata dorada. Tampoco nos conmueve el hecho de que provenga de un ciprés autóctono de Palestina y tenga más de dos mil años de historia. Lo que de verdad veneramos es a Aquel que por nosotros dio la vida clavado en este madero que, por cierto, conserva el agujero del clavo que penetró su mano izquierda. Así nos lo certifica el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, quien alude también a que forma parte del hallazgo que hizo en el monte Calvario Santa Elena, madre del emperador Constantino, allá por el siglo IV, cuando descubrió las cruces de Jesucristo y de los ladrones.

Agradecemos la generosidad de la Cofradía de la Santísima Cruz y de la misma diócesis de Santander, gracias a la cual, podremos contemplar, no solo el verdadero árbol de la cruz, sino al que en ella murió crucificado. En la cruz, en el crucificado, aprendemos la lección del amor más radical: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13), dijo el Señor a sus discípulos. Contemplando a Jesús en la cruz, se empequeñece nuestro egoísmo y disminuye nuestro dolor; al mismo tiempo, aumenta nuestra confianza en el amor y nuestra solidaridad.

Hay que recordar también que el misterio pascual no se agota en la cruz: la muerte no pone el punto y final, porque Cristo ha resucitado. Por lo cual, cuando veneramos el Lignum Crucis vacío, no veneramos la memoria de un muerto, sino de alguien que vive para siempre y que no nos abandona en el camino.

Somos conscientes de que el camino que eligió Jesús para salvarnos es un camino difícil. A los discípulos de la primera hora se les indigestó el mensaje de la cruz. Mientras el Señor les hablaba de entrega y sacrificio a favor de los demás, ellos perseguían la fama y el poder. Hasta la traición final los delató. No queremos que sea así entre nosotros. Ante el Lignum Crucis, una vez más, confesamos que Cristo ha muerto y ha resucitado para rescatarnos del pecado y de la muerte, con sentida gratitud le damos gracias, y con sincero arrepentimiento le prometemos luchar contra el pecado y vivir la vida nueva de resucitados, cooperando en la implantación del Reino de Dios en el mundo.

Finalmente, quiero señalar que la Santa Sede, a través de la Penitenciaría Apostólica, ha concedido la Indulgencia Plenaria a las personas que, habiendo confesado, comulgado y orado por las intenciones del Romano Pontífice, acudan a adorar la reliquia del Lignum Crucis. Están invitados.

This Pop-up Is Included in the Theme
Best Choice for Creatives
Purchase Now