Los prelados han mostrado su «cercanía de pastores» y les han animado a «descubrir cada día la importancia de la vocación que habéis recibido»
Los obispos de las diócesis aragonesas han realizado una carta con motivo del «Día de la Educación en la Fe». Carlos-Manuel Escribano Subías, arzobispo de Zaragoza, Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca y de Jaca, Ángel-Javier Pérez Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón, José-Antonio Satué Huerto, obispo de Teruel y Albarracín y Vicente Rebollo Mozos, obispo de Tarazona se han dirigido a catequistas, profesores, animadores y acompañantes de personas, grupos y comunidades en el camino espiritual de la fe.
En primer lugar han agradecido al Señor por los dones concedidos y a su vez han manifestado su «gratitud a quienes ponéis a disposición de los demás vuestro tiempo, dedicación y entusiasmo en el itinerario de crecimiento en la fe».
Además han indicado que Papa Francisco, en la carta que ha dirigido a Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025, afirma que «me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran «sinfonía» de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del ‘Padre Nuestro’, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos».
Por este motivo han visto oportuno «dedicar la formación permanente de los catequistas durante el curso 2023-24 a este objetivo. Los guiones de trabajo abordan de modo sencillo el Padrenuestro».
Las siete peticiones
También han recordado el momento en el que los discípulos pidieron a Jesús que les enseñase a orar, a lo que Él respondió pronunciando las palabras de la oración del Padrenuestro, un modelo concreto y al mismo tiempo universal. Indican que «todo lo que se puede y se debe decir al Padre está encerrado en las siete peticiones. En ellas apreciamos, por un lado, sencillez, de modo que hasta un niño las aprende; y, por otro, profundidad de modo que durante toda la vida se puede asimilar el sentido de cada una de ellas».
El catequista es «testigo de la fe y custodio de la memoria de Dios, maestro y mistagogo que introduce en el misterio de Dios, revelado en la Pascua de Cristo, acompañante y educador de quienes le han sido confiados por la Iglesia» (DC 113).
Importancia de la figura del catequista
Los prelados han indicado a los catequistas «nuestra cercanía de pastores, y os animamos a descubrir cada día la importancia de la vocación que habéis recibido y a valorar la responsabilidad de la misión que se os confía. Agradecemos vuestra disponibilidad, paciencia y admirable generosidad».