«Celebrar hoy la vida de uno de los nuestros es motivo de regocijo. Celebrar alguien que conforma una familia grande como esta, un patrono santo, pero también espejo donde todos nos podemos mirar», afirmó el cardenal Cobo
En la catedral de la Almudena, se celebró este sábado una solemne Eucaristía con motivo del IV Centenario de la muerte de San Simón de Rojas, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. La celebración reunió a numerosos fieles, religiosos y laicos, incluyendo peregrinos de las comunidades trinitarias de toda España y otros grupos e instituciones, familiares y vinculados al legado de San Simón.
Como símbolo especial, momentos antes de la Misa, la catedral acogió a la Virgen del Dulce Nombre, de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno El Pobre, un detalle cargado de historia trinitaria.
En su homilía, el cardenal Cobo destacó el significado profundo de esta conmemoración: «Celebrar hoy la vida de uno de los nuestros es motivo de regocijo. Celebrar alguien que conforma una familia grande como esta, un patrono santo, pero también espejo donde todos nos podemos mirar».
Recordó que san Simón de Rojas, nacido en Valladolid y fallecido en Madrid, vivió una intensa vida de servicio y oración, marcada por su implicación en la historia y las calles de la ciudad, convirtiéndose en un santo cercano y humano, cuyas honras fúnebres parecieron una canonización anticipada. Finalmente, san Juan Pablo II lo canonizó en el Año Mariano de 1988.
El Cardenal quiso destacar cuatro claves de la vida de San Simón que siguen inspirando hoy:
1. Los pobres:
San Simón fue un padre de los pobres que no miró para otro lado ante el sufrimiento. Ayudó a esclavos, presos, prostitutas, niños de la calle y personas hambrientas, enfrentándose a las necesidades de su tiempo con compasión y acción. El Cardenal recordó que «hoy, como hace 400 años, las calles de Madrid siguen mostrando pobreza y marginación», invitando a la Familia Trinitaria a continuar esa labor con los más necesitados.
2. El laicado:
San Simón promovió la organización de los laicos en la Congregación del Ave María, que hoy sigue alimentando a los pobres de Madrid. Cobo destacó que el trabajo de los laicos es esencial en la Iglesia actual, y el ejemplo de San Simón sigue inspirando una vocación específica de servicio y compromiso.
3. La oración:
San Simón fue un maestro de oración, que integró contemplación y caridad. El Cardenal subrayó que, sin la unión con Cristo en la oración, no es posible reconocerlo en el prójimo, invitando a seguir el ejemplo del santo, que encontraba en la oración la fuerza para su misión apostólica y social.
4. El amor a la Virgen María:
San Simón fue conocido como el padre Ave María por su devoción sencilla y profunda a la Virgen. Esta cercanía maternal con María inspiró tanto a los reyes como a la gente humilde, convirtiéndose en un lazo espiritual que trascendió generaciones.
El Cardenal concluyó su homilía con un sentido agradecimiento a la Familia Trinitaria, en todas sus expresiones —religiosos, religiosas y laicos— por su labor incansable: «Gracias a todos en nombre de toda la Iglesia por vuestro trabajo y dedicación».
Una celebración cargada de historia y espiritualidad. El evento contó con la participación de la Orden Trinitaria de la Provincia del Espíritu Santo, encabezada por el Ministro Provincial, Fray Pedro Aliaga Asensio, junto al Consejo Provincial y religiosos de las comunidades de España. Asimismo, la Familia Trinitaria estuvo ampliamente representada por la Superiora General y religiosas de las HH. Trinitarias de Madrid, Valencia y Mallorca, así como por laicos y miembros de la Fundación Educativa Santísima Trinidad (FEST), voluntarios del Comedor Ave María y la Fundación Prolibertas.
Un emotivo cierre de celebración. Para culminar, don Francisco Emilio Fernández, un hermano recientemente liberado, agradeció emocionado a la Orden Trinitaria por mantener vivo el legado de San Simón en la transformación del mundo.
La celebración del IV Centenario de San Simón de Rojas fue un momento de unidad, fe y gratitud, en el que se reafirmó el compromiso de la Familia Trinitaria con los valores que el santo promovió y que siguen siendo una luz en la misión de la Iglesia hoy.