El obispo de Trondheim ha visitado Pamplona para participar en los actos de la Universidad de Navarra con motivo de la festividad de santo Tomás de Aquino
El obispo de Trondheim (Noruega) y monje trapense, Erik Varden, ha vuelto a España. Y lo ha hecho para participar en Pamplona en los actos organizados por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra con motivo de la festividad de santo Tomás de Aquino. Ocasión que el prelado nórdico ha aprovechado para afirmar que «las ideologías del siglo XX han hecho del progreso un valor absoluto».
Según ha ahondado en su intervención de este jueves, este progreso es hoy la base de la economía de mercado y gana cada vez más influencia en la antropología. «Nuestra pasión por el cambio se ha vuelto obsesiva y totalitaria y esta misma pasión nos la encontramos también en la Iglesia, causando grandes tensiones que asolan el cuerpo eclesial hasta el punto de amenazar su unidad», ha añadido.
Así, ha propuesto algunas perspectivas sobre la evangelización, reflexionando sobre el significado de la palabra católico, tal y como se recoge en una nota publicada por la Universidad de Navarra.
La Iglesia en Occidente
También ha analizado el clima actual en la Iglesia presente en Occidente, en la que, ha dicho, los mayores llaman retrógrados a los jóvenes y surgen conflictos sobre la custodia apropiada de la tradición.
«El diálogo católico con la cultura contemporánea debe alcanzar las aguas tranquilas de las profundidades, no contentarse con los desperdicios depositados por la marea en las playas», ha sentenciado.
En su opinión, los católicos deben «buscar el arraigo en Cristo, una renovación de la fidelidad, la santidad, la coherencia y el celo católico sin ataduras a una retórica que ya ha perdido su significado». «Depende del cristiano de hoy que el cristianismo aparezca ante todos como la juventud y la esperanza del mundo», ha dicho.
Integridad intelectual de la teología
También ha hecho una reflexión sobre la disciplina teológica: «Si la Iglesia intenta seguir el ritmo de modas pasajeras, estará destinada al fracaso». Del mismo modo, ha apostado por aplicar formas nuevas a lo que ya se nos ha dado. Esto es, «mantener viva esa música significativa y llena de esperanza es la obligación, la misión y el sublime privilegio de la Iglesia».
Y ha concluido: “El teólogo católico debe ser versado en la escritura, debe estar familiarizado con la filosofía antigua y moderna, tener una buena comprensión de la historia, entender la forma y el desarrollo de la doctrina y ser capaz de buscar la verdad católica, no solo en los manuales, sino en la Misa y en la hagiografía».
