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Manos Unidas: «El cambio climático es una de las caras del hambre. No nos lo cuentan los científicos, lo están viviendo cada día nuestros socios locales»

La entidad trabaja en cerca de 50 países de África, Asia y América, «muy afectados todos ellos por la amenaza climática»

Manos Unidas ha presentado hoy –coincidiendo con su 65 aniversario– su nueva campaña «El efecto ser humano», con la que pretende poner de relieve las consecuencias terriblemente negativas que el cambio climático está teniendo en la vida de las personas vulnerables. La organización de la Iglesia católica en España para la lucha contra la pobreza ha recordado que las sociedades más empobrecidas son las que menos contaminan y las que, en cambio, más sufren las consecuencias del deterioro medioambiental. Por ello, ha erigido el concepto «justicia climática» como leitmotiv de una campaña que, más allá de ideologías y de batallas científicas, «quiere luchar contra las muchas caras y vertientes que tiene el hambre. Y no cabe duda de que el cambio climático es una de estas caras. No es que nos lo cuenten los científicos, es que lo están viviendo y sufriendo día a día nuestros socios locales», ha explicado Cecilia Pilar García, presidenta de la ONG.

Según los datos ofrecidos por Manos Unidas, entre 2010 y 2020 la mortalidad por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente vulnerables, en comparación con las de muy baja vulnerabilidad.

En el informe presentado hoy se observa, además, cómo tres de cada cuatro jóvenes españoles consideran que la crisis climática es real y está provocada por la mano del hombre, pero no la relacionan con la generación de pobreza, hambre y desigualdad en el mundo. Debido a ello, el tema central de la nueva campaña tiene como uno de sus objetivos que los jóvenes comprendan que los países más pobres son también los más vulnerables al cambio climático.

Manos Unidas trabaja en cerca de 50 países de África, Asia y América, «muy afectados todos ellos por la amenaza climática. En los países del sur afectados por sequías extremas, huracanes, ciclones o lluvias torrenciales, esos fenómenos y la falta de medios para mitigarlos o adaptarse a ellos son causa de hambre, conflictos, pobreza, migraciones e, incluso, muerte. Y eso es desigualdad e injusticia climática», ha proseguido la presidenta de la ONG. «Nuestros proyectos tratan de paliar esas consecuencias que merman los derechos de los seres humanos», ha agregado, destacando que «en 2023 destinamos más de 5 millones de euros a proyectos relacionados con el agua y a hacer frente a las consecuencias derivadas de la crisis climática». 

En total, la organización de la Iglesia católica en España para la lucha contra la pobreza –con 65 años de experiencia en el ámbito de la cooperación al desarrollo y la sensibilización– recaudó 49’8 millones de euros en 2022, y 1’8 millones de personas se beneficiaron de ello recibiendo ayuda directa en aspectos fundamentales para sus vidas como educación, salud, agua potable y saneamiento o alimentación. 

La campaña de Manos Unidas para 2024 se propone el reto de alcanzar «un planeta sostenible, sin pobreza, hambre, ni desigualdad». No se trata de hablar del cambio climático en general, sino poner de manifiesto cómo la desigualdad medioambiental está mermando los derechos básicos de millones de personas, apelar al compromiso personal con los «descartados climáticos» y volver a la armonía con la Creación, en tanto hogar común para que todos los hombres vivan de manera digna. Sirva de ejemplo un dato: en África, 540 millones de personas sobreviven sin acceso a electricidad, mientras el 10% de la población más rica consume alrededor del 40% de toda la energía que se produce. 

«Estamos indefensos ante la crisis climática», ha reconocido durante la rueda de prensa la misionera María Soledad Villigua, cuya congregación lleva 23 años trabajando en el desierto de Turkana (Kenia), quien ha advertido con su testimonio sobre cómo la sequía está afectando de manera trágica a la población más vulnerable que vive del pastoreo. 

Por su parte, Donald Hernández, socio local de Manos Unidas y defensor de los derechos de los pueblos indígenas en Honduras, ha denunciado que los índices internacionales proyectan que el paisaje climático de su país pasará de un nivel «severo» a uno «agudo» para 2030, aunque los hondureños solo son responsables del 0’03% de la emisión de gases de efecto invernadero en todo el mundo.

Alertados por las graves consecuencias del cambio climático en estas comunidades, Manos Unidas viene apoyando proyectos de gestión, recuperación y protección de recursos naturales de manera sostenible. Estos proyectos abarcan áreas tan diferentes como la lucha contra la deforestación o la desertificación. También se está promoviendo el uso de energías limpias, así como la educación y formación ambiental de la sociedad civil.  

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