Este lunes, 9 de octubre, comienza un nuevo curso de Las Causas de los Santos, organizado por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, en colaboración con la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española y con el patrocinio del Dicasterio de las Causas de los Santos. Precisamente, el prefecto este organismo vaticano, cardenal Marcello Semeraro, inauguró la pasada semana esta actividad formativa. ECCLESIA ha hablado con él.
¿Cuáles son las prioridades del Dicasterio de las Causas de los Santos?
El trabajo prosigue con normalidad, pero hay un hecho nuevo. Están aumentando el número de causas de canonización de laicos. Mientras en otra época, eran sacerdotes, religiosos y religiosas, ahora llegan laicos y laicas. El político italiano Giorgio Lapira dijo en su día que la gran profecía de la Iglesia de mañana será la existencia de laicos y laicas. Y esto ha llegado. Es un hecho. A principios de septiembre, se beatificó a una familia entera. Es la primera vez que sucede, un hecho importante.
¿Cómo poner en valor el testimonio de santidad de tantas personas que nunca llegarán a los altares?
Una cosa es ser santo y otra ser canonizado. Los santos son muchos más de los que están canonizados.
¿Ha dado algún fruto la exhortación apostólica Gaudete et exultate?
Los frutos se ven después de un invierno y una primavera. No hay frutos inmediatos. El verdadero signo de la santidad es la alegría. Y Gaudete et exultate es esto.
¿Se puede ser santo hoy?
Perdone que ponga tantos ejemplos. Lo que ha sucedido con la familia Ulma es excepcional. Pero hay otro: Carlo Acutis, que podría ser declarado santo en el Jubileo de 2025. ¿Qué ha hecho de extraño? Nada. Es el hijo que todas las madres querrían tener. Estudioso, deportista, guapo…
En estos años al frente del dicasterio, ¿le ha conmovido algún ejemplo de santidad?
Una de las primeras beatificaciones que presidió fue la de un joven juez asesinado por la mafia: Angelo Rosario Livatino. Quién lo asesino, dijo que la única manera de silenciarlo era quitándole la vida. Esto me hace pensar. Tenemos necesidad de figuras provocadoras.
España es tierra de mártires.
Es un hecho. He venido muchas veces a España y lo haré de nuevo en noviembre. Me llama la atención que, aunque se beatifiquen grupos, aquí siempre aparecen las imágenes, la historia de cada uno. El martirio es la forma más alta de la vida cristiana.