Johann Sebastian Bach (1685-1750) fue un compositor, organista, clavecinista, violinista, violista, maestro de capilla y cantor alemán del periodo barroco, además de luterano convencido y practicante, o sea, cristiano, creyente, de esos que ahora resultamos ser abominables, tanto que se nos tiene por enemigos a batir desde muchas ideologías, particularmente la laicista.
Digo esto porque dicen los laicistas que el cristianismo no ha hecho más que mal, y que no debe conocerse en público. Lo dicen y lo hacen: no mentan en absoluto la faceta religiosa de la inmensa mayoría de intelectuales y científicos que han sido. Y no sólo eso: ocultan los desmanes que sobre la intelectualidad y la ciencia llevan perpetrándose desde la Revolución Francesa por los autodenominados progresistas. De todo ello resulta un discurso políticamente correcto que ha convencido a propios y extraños, es decir, a cristianos también, y más en concreto a católicos, un discurso que en relación a la España contemporánea yo denomino leyenda progre, muy relacionada con la progresista memoria histórica, que se rige por los mismos parámetros: no hablar de religión más que para criticar y ocultar lo malo de los progresistas.
Pues resulta que pronto tendrá lugar en la Residencia de Estudiantes – lugar de culto laicista que no laico como lo fue en sus orígenes cuando se invitaba a hablar en sus instalaciones puestas en marcha bajo la monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII a intelectuales cristianos practicantes como Chesterton o Bergson, un encuentro en torno a la música- el acto ‘Música y matemáticas’ en el que se incluyen referencias a Guillaume Dufay, Bach y Pitágotras, referencias en las que más que probablemente no se diga nada de las creencias de estas tres cumbres de la música occidental. Por eso las comento, por si hay, como habrá, algún creyente que vaya al acto, que disfrute sabiendo que buena parte del mismo se refiere a personas que como él fueron creyentes, e integraron música y fe sin conflicto alguno en sus personas.