En el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, su hijo Pedro conversa este sábado sobre su figura y obra con el pintor Antonio López
Pedro Chillida, hijo del genial escultor Eduardo Chillida, del que se celebra el centenario de su nacimiento, es protagonista de la nueva edición de EncuentroMadrid, que se celebra este fin de semana con el sugerente título de Estoy vivo aún y creo que la trama de la vida es preciosa.
Para hablar de su padre comparte mesa con el pintor Antonio López y con el arquitecto Enrique Andreo. Una figura que fue un referente para su vida, aunque, como reconoció en un encuentro con la prensa este sábado, «para un hijo estar al lado de un santo es también muy incómodo».
Habla de él con naturalidad, como artista y persona. Dice que es «la persona más consecuente» que ha visto en su vida y que siempre defendía la dignidad por encima del miedo, esto es, hacía lo que tenía que hacer a pesar de las consecuencias.
En la conversación también recuerda que Eduardo Chillida era un hombre religioso, los domingos en Misa o los cantos litúrgicos en euskera. Y, en este contexto, defendió la dimensión trascendente del arte: «Siempre ha tenido un matiz religioso. Dios y el arte han estado siempre conectados».
Así, afirma que «el arte tiene que tener algo de sagrado, algo de construcción y algo de emoción. Si falta algo de estas cosas, no funciona. Y tiene que ser verdad. Es imposible hacer arte sin verdad».
Sobre esta misma cuestión, y relacionada con el trabajo del artista, sostiene que «no se puede mostrar todo lo que es un hombre si le quitas la trascendencia». «Le estás quitando posibilidad. Es importante este matiz sacro», añade. También subraya que no se puede separar al artista de la obra, pues es él el que está ahí.