En muchos lugares del mundo, también en España, este martes es un día de oración y ayuno por la paz en Tierra Santa. Se trata de una iniciativa del patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, que ha encontrado eco en todas las Iglesias locales. ECCLESIA ha hablado con él en estos momentos tan complicados para toda la región y para la pequeña comunidad cristiana que allí vive.
El purpurado reconoce estar preocupado, por lo sucedido en el sur de Israel, por el ataque de Hamás, pero también por la reacción del Ejército israelí en Gaza y la situación humanitaria de la Franja, cada vez más precaria. Reclama también la liberación de los rehenes.
También está concernido por mantener la unidad en la Iglesia en la región, que es «heterogénea». «Hay muchas diferencias y no es fácil mantener la unidad», reconoce. Y menos en situaciones traumáticas como la que se está viviendo allí. O por contener el aumento del odio en toda la población, que, reconoce, «será más difícil que la reconstrucción de los edificios».
La situación de los cristianos en Gaza es muy particular. Aunque no hay que lamentar daños humanos ni heridos, algunos de ellos sí han perdido sus viviendas y están refugiados en las estructuras de la Iglesia católica en la zona: colegio, parroquia… «Tienen miedo por esta situación tan terrible», continúa el patriarca.
Son apenas unos 1.000, ciudadanos de pleno derecho de la zona, donde han vivido desde siempre, de generación en generación. Son, además, familias muy humildes. «Son parte de esta tierra. La presencia cristiana lleva 2.000 años. Esta tierra no es solo judía o musulmana, también es una tierra cristiana. Y la presencia de los cristianos es muy importante, pues estar entre judíos y musulmanes provoca dinámicas diferentes», añade.
Ha pasado ya casi diez días del ataque sorpresivo de Hamás y Pizzaballa sigue conmocionado por algo «tan horrible y bárbaro» y que «condenamos». Pero, insiste, le preocupa la respuesta de Israel. «Cortar el agua y el suministro de comida es algo que no puedo entender. Gaza no es solo Hamás. Hay dos millones de personas, niños, familias, personas mayores… Necesitan comida, medicinas. Negar esto es algo que no puedo entender», subraya.
La oración ayuda
En estos momentos, destaca la importancia de la oración, porque, «aunque no va a solucionar los problemas, ayuda a ver las cosas de otra manera». «No nos dice lo que tenemos que hacer, pero nos ilumina en el trabajo que tenemos que hacer», explica.
Y concluye diciendo que la reconciliación es muy difícil, pero que este momento pasará. «Estamos llamados a reconstruir desde las ruinas de la guerra», comenta, una guerra que prevé que será muy larga.
En este sentido, la tarea de la Iglesia en estos momentos debe ser «rezar, ofrecer ayuda humanitaria cuando sea posible, estar con la gente y mantener unidos a todos aquellos que quieren la paz». «Cuando termine esta guerra, intentaremos reconectar a la gente», remata. Para él es importante no entrar en la narrativa de uno contra otro.