Si bien el nombre de Henri de Lubac resulta familiar a algunos lectores por sus grandes libros —auténticos clásicos del siglo XX— como Catolicismo, Meditación sobre la Iglesia, El drama del humanismo ateo o El misterio de lo sobrenatural, quizás sigue siendo un autor desconocido para los cristianos de a pie.
Este jesuita francés influyó notablemente en el Concilio Vaticano II, y ha sido considerado maestro y referente por los últimos cinco papas. Y, sin embargo, apenas es conocido. Como expresaba Hans Urs von Balthasar: «De exquisita sensibilidad, Henri de Lubac cultivó un particular sentido del prójimo y, en especial, de la amistad, que le hacía valorar siempre más la obra de otros que la suya». Era un hombre humilde y sencillo, y su vida personal estaba marcada por la oración, la contemplación y la reflexión teológica.
Probablemente, estas sean algunas de las cualidades que han movido a los obispos de Francia a solicitar el inicio de su proceso de beatificación hace un año. No obstante, puede considerársele uno de los mayores teólogos del siglo XX, «maestro de una generación teológica», como dijo Benedicto XVI. También dijo de él que era «modelo para una vida según el Evangelio» y que su colaboración juntos había sido «uno de los regalos más grandes que he recibido en mi vida».
Su vida y obra se presentarán este sábado en el Encuentro Fe Cristiana y Servicio al Mundo de la Fundación Maior. Contaremos con la presencia del cardenal Barbarin, arzobispo emérito de Lyon, que le conoció en persona, y del profesor Samuel Sueiro, miembro de la Asociación Internacional Cardenal Henri de Lubac y coordinador de la edición de sus obras en español.
Intervendrá también Luis Argüello, recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la presentación del último libro publicado Teologías de ocasión.