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El único seminarista de rito siro-malabar en España: «Somos cristianos por la fe, indios por la cultura y orientales por la liturgia»


Nithin Joji es el único seminarista en nuestro país de rito siro-malabar, el culto católico surgido en la India de manos del apóstol Tomás. Estudia en Navarra gracias a la Fundación CARF y pasó el verano en la Colegiata de San Isidro

A Nithin Joji Karimpanmackal, sus compañeros del seminario le preguntan si puede casarse o tomar la comunión. Pese a que cuando llegó a Navarra para formarse como sacerdote «no sabía nada de español», en un año ha hecho un intensivo de preguntas y respuestas: de amigos, de profesores, de fieles… Lo que hace especial y convierte en el centro de todas las curiosidades a este joven de 25 años es que Nithin Joji es el único seminarista de rito siro-malabar en España, un culto ceremonial «que procede del mismo apóstol Tomás, quien predicó y empezó la cristianización de la India, y por el cual somos cristianos por la fe, indios por la cultura y orientales por la liturgia».

Según revela en su encuentro con ECCLESIA, el camino que le trajo a nuestro país «es una gran historia de Dios». Nacido en Alappuzha, ciudad perteneciente a la provincia india de Kerala, su obispo siempre había enviado a sus jóvenes seminaristas a Roma, hasta el pasado 2023, cuando, en un soplo de inspiración, eligió a Nithin Joji entre sus 25 compañeros de curso y decidió que prosiguiera sus estudios en España. Una docena de meses después, va a comenzar su segundo año de Teología en el Seminario Internacional de Bidasoa gracias a una beca de la Fundación CARF, que le permite completar su formación en la Universidad de Navarra. Para el curso que comienza, su diócesis ha recuperado su costumbre de enviar seminaristas a Roma, mientras Nithin Joji va «preparando contactos y el desembarco, espero, de compañeros indios en el futuro». 

Pese a que, reconoce, «a casi todos los seminaristas de India les gustaría ir a Roma —de hecho, allí tenemos tradición de estudiar algo de lengua italiana—», él está encantado con haber picado bandera en España. «Estoy muy agradecido a muchas personas por mi formación aquí, por el apoyo, el cuidado y el amor de los demás. También hay una parte importante de la vida que consiste en comprender múltiples culturas, tradiciones y valores. Y este ambiente tranquilo permite hablar con Dios», confiesa. 

Durante este verano, Nithin Joji ha estado apoyando en la pastoral de la Colegiata de San Isidro en Madrid, ayudando al párroco y, también, atendiendo a la comunidad católica de rito siro-malabar de la capital, que asciende a unas 80 familias. Todos los domingos, el templo celebra una Misa de rito siro-malabar de unas dos horas de duración, en ocasiones a cargo de un sacerdote de rito romano. «Simplemente, hay que pedir un permiso al arzobispado, pero, si se conoce el rito, un siro-malabar puede oficiar una Eucaristía romana, y viceversa», explica. «Los fieles del rito romano pueden venir a la Misa y comulgar con normalidad. Verán que hay alguna palabra conocida», agrega.

«Se trata de un rito con oraciones muy personales, muchas canciones y muy bonito. En mi seminario, les gusta a todos mis compañeros, que preguntan por qué no se puede celebrar allí», indica Nithin Joji. En Europa, la Iglesia siro-malabar tiene una diócesis en Inglaterra, y cuenta con una comunidad verdaderamente grande en Irlanda. A finales de junio, el obispo encargado del Viejo Continente celebró una Misa con 30 de sus sacerdotes. En España, destacan, aparte de San Isidro, los cuerpos litúrgicos de Toledo y San Sebastián. Como mérito, también presenta con orgullo las diócesis de Australia y de Chicago, donde el culto está creciendo a buen ritmo, «gracias a los migrantes de la India, pues no hay mucha conversión». «Algunos fieles lo ven con reparos, pero sí es cierto que en Estados Unidos está creciendo entre personas que no proceden de mi país», explica.

Fricciones litúrgicas

Uno de los recelos de las comunidades podría venir motivado por las fricciones litúrgicas entre Roma y la Iglesia siro-malabar, con amenaza de cisma incluida. «Es bastante sencillo de explicar —indica el seminarista—. El Papa ha querido unificar todas las Misas del rito y los obispos del Sínodo han trabajado en esta fórmula común. De las 35 diócesis siro-malabares, 34 obedecieron sin rechistar a Francisco, pero una, casualmente, aquella cuya liturgia más se parece a la romana, puso resistencias. Se trata de una diócesis con mucha tradición, donde se celebra una primera parte con los fieles y otra, en el altar. En todo caso, parece que se ha llegado a un acuerdo y la cosa está tranquila y controlada».

Otra de las peculiaridades del rito siro-malabar, añade, es la cercanía tan estrecha del sacerdote con su comunidad, conociendo a todos sus feligreses, respondiendo a sus inquietudes constantes y siendo faro para cada una de las familias. «Aquí, en España, los curas trabajan también todo el día, y, por ejemplo, es sorprendente ver las colas que se forman aquí, en la Colegiata de San Isidro, para acceder al sacramento del perdón. En nuestro rito, por ejemplo, el párroco va a rezar Vísperas cada día a casa de una de las familias, el cura tiene un gran prestigio en nuestra sociedad», señala.

De hecho, la vocación de Nithin Joji se despertó por un sacerdote de su diócesis, al que quería mucho: «Fue un modelo para mí. Él me ayudó a seguir mi vocación al sacerdocio, enviándome al seminario menor en 2014». Pese al reconocimiento social con que cuentan los curas católicos, a sus padres no les gustó demasiado este paso. Al ser el hijo menor, tenían pensado que siguiera los pasos de su hermano como profesional en Arabia Saudí». Aunque se licenció en Comercio tras su paso por el seminario menor, finalmente su vocación y «el camino de Dios» se impusieron. 

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