El papa Francisco no detiene su actividad durante su estancia en Lisboa ni cuando tiene tiempo libre. Habitualmente hay hueco para acoger o recibir, sobre todo, a los que pasan por situaciones difíciles y de sufrimientos.
Así lo hizo en la mañana del jueves, cuando celebró la Eucaristía en la Nunciatura Apostólica con los familiares de una mujer francesa de 62 años que había fallecido el día anterior. Se llamaba Christine y articipaba en la JMJ como animadora de un grupo de jóvenes de la diócesis de Fréjous-Toulon. Una caída en la casa donde se alojaba provocó el fatal desenlace. Tras la celebración, el Pontífice los saludó personalmente.
Pocos minutos después, y antes de iniciar la agenda del día con el encuentro con los universitarios, recibió a un grupo de 15 jóvenes acompañados por Denys Kolada, consultor para el Diálogo con las Organizaciones Religiosas del Gobierno de Ucrania. Tras escuchar los testimonios de los jóvenes, el pontífice mostró su cercanía y oración y recitaron todos juntos el padrenuestro.
De vuelta a la Nunciatura Apostólica en Lisboa, procedente la reunión con jóvenes de Scholas Occurrentes, el último acto de la mañana, recibió a cerca de 40 jóvenes turcos de varias confesiones cristianas y de diverso origen que se vieron afectados por el grave terremoto de febrero de este año. Los chicos agradecieron al santo padre su ayuda y este les expresó su cercanía y reconoció su coraje y el desafío de la reconstrucción. Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el encuentro se prolongó durante media hora, se rezó el padrenuestro y celebraron el cumpleaños de una de las jóvenes.