aTempora, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
En plena celebración del 4º centenario del fallecimiento de Cervantes, coincidente con el de Shakespeare y hasta el 6 de noviembre (¡que la prorroguen por favor!) se exhibe en la Catedral de Sigüenza esta exposición, probablemente la más importante de la celebradas en torno a la mencionada efeméride, en el sentido que presenta más facetas de la persona de Cervantes, Shakespeare y el entorno de ambos.
Me refiero concretamente a que presenta de manera bellísima el contexto religioso católico en el que las personas se desenvuelven, además del cultural, etc. Sí porque no es de todos conocida de manera suficiente la fe que profesara el que ha sido calificado escritor más importante de todos los tiempos, Miguel de Cervantes. Tampoco se acostumbra a conocer que el autor de la famosa frase “Ser o no ser: he ahí la cuestión” nació en el seno de una familia católica y participó de esta misma fe. Sí sí, William Shakespeare: la gente cree que era protestante, y no parece que los datos históricos permitan realizar tal afirmación.
La exposición merece la pena por el lugar en el que se celebra, la Catedral de Sigüenza, con su magnífica fábrica, su sacristía de las cabezas, su impresionante Doncel. En esta ciudad hay además un maravilloso parador restaurado y en activo que domina la ciudad, además de un importante conjunto de iglesias y museos que harán las delicias de quien quiera pasar un día feliz, terminándolo por un paseo por la alameda al atardecer. Todo en Sigüenza habla de fe si se sabe mirar. Pero concretamente en la exposición se habla de fe de una forma científica, ajustada a la historia.
Más allá de que en el Quijote se mencionen aspectos variados de diversas ramas del saber, así como que se aluda a varias plantas de la familia de las leguminosas con lo que esto pueda suponer en relación con 2016 Año Internacional de las Leguminosas, Cervantes pone en boca de don Quijote, Sancho y otros personajes las verdades de la fe católica como sólo alguien que la profesa puede detallar. Y esto, en los tiempos que corren es muy importante, porque con facilidad se tiende a asimilar cultura, ciencia, arte…con manifestaciones humanas ajenas a Dios, algo que los hechos como se ve en esta exposición Atempora no sostienen si no todo lo contrario.
Pero en el Quijote y otras obras de Cervantes se expresa la fe de su autor, la fé católica tridentina, aquilatada de modo particular en su obra “Los trabajos de Persiles y Segismunda” y esbozada en múltiples ocasiones en El Ingenioso Hidalgo. Cuenta que en plena Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), cuyo pendón se exhibe en Atempora, cuando Cervantes “…estaba malo y con calentura, y su capitán y otros muchos amigos le dijeron que, pues estaba enfermo, que se estuviese quedo abajo, en la cámara de la galera, y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían dél… e que más quería morir peleando por su Dios y por su Rey que no meterse so cubierta”. Un compañero suyo de cautiverio en Argel, Antonio de Sosa, refiere que entre 1575-1580, Cervantes “…se ocupaba muchas veces en componer versos en alabanza de Nuestro Señor, y de su bendita Madre, y del Santísimo Sacramento, y otras cosas santas y devotas, algunas de las cuales comunicó particularmente conmigo, y me las envió que las viese”. Además perteneció a la Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, y que en el lecho de muerte profesó en la Venerable Orden Tercera de San Francisco. Al morir (el 23 de abril de 1616) recibió los Santos Sacramentos.
Se ha llegado a afirmar que las obras de Cervantes fueron un instrumento para la evangelización de primera magnitud, e incluso que abundó en citas y referencias religiosas al escribirlas pensando intencionadamente que así fuera.