El arzobispo de Barcelona concluye la semana que viene su mandato al frente del episcopado español. Les ofrecemos un avance de la entrevista que saldrá publicada íntegramente en el número de marzo de la revista ECCLESIA
El mandato del cardenal Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) concluye la semana que viene con la elección de su sucesor. El lunes ofrecerá su último discurso ante todos los obispos españoles que, al día siguiente, votarán por la persona que liderará la CEE los próximos cuatro años. Aunque está en activo, no podrá ser elegido, pues la Santa Sede no permite que los mayores de 75 puedan ser designados para la presidencia o la vicepresidencia.
Aprovechando su presencia en Madrid para participar en el Congreso de Laicos sobre Primer Anuncio, el purpurado tuvo la amabilidad de reservar un buen rato para charlar con esta revista sobre los últimos cuatro años, marcados por la pandemia, la respuesta de la Iglesia a los abusos y la urgencia de llevar el mensaje de Cristo a una sociedad indiferente.
Precisamente, el balance que hace Omella se centra en esta última cuestión: «Nuestra principal preocupación ha sido evangelizar en un mundo donde hay una gran ausencia de Dios. Esta ha sido nuestra tarea primordial. Luego, ha habido otras muchas cosas, pero la prioridad pastoral iba en ese sentido».
Preguntado por la nota que se pone como presidente, subraya que eso es tarea de los obispos, la sociedad, la Iglesia y Dios. Y añade: «Estoy contento de haber trabajado codo con codo con los hermanos obispos. Me he sentido respetado y querido. Hemos hecho el trabajo lo mejor que hemos sabido y podido y en las circunstancias que nos ha tocado».
Llegó a liderar el episcopado español, pero, años atrás, jamás se lo habría imaginado. Como ser cardenal u obispo. «Nunca, nunca, nunca. Pensé que me enterraría siendo cura en Calanda o en algún otro pueblo de alrededor. No quería ser más que cura de pueblo o cura en África. Nunca pensé en ser obispo y, menos, arzobispo. Creía que eso era para gente más capaz que yo. El Señor elige y capacita. Ni lo soñé, ni lo pedí».
—¿Qué cualidades debería tener su sucesor?
—Ya dice san Bernardino de Siena que Dios no elige al mejor, sino que capacita al que elige. La Conferencia Episcopal no es un órgano presidencialista, sino colegial. La tarea del presidente es servir y vivir la relación con todos. Entre los obispos hay suficientes fuerzas vivas y capacidades para coordinar y hacer que todos vayamos en la misma dirección.
En la entrevista también aborda la cuestión de la polarización y si esta afecta a los obispos: «Tenemos distintas sensibilidades y formas de pensar. Pero, a pesar de ello, somos capaces de unirnos. Dentro de la diversidad, llegamos a una comunión: hay una misma fe». También subraya que no están enfrentados, aunque «hay distintas sensibilidades». «Como en cualquier familia. Todos trabajamos por el mismo objetivo: el pueblo de Dios», afirma.