Por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC.
En un buen número de los intelectuales del primer tercio del siglo XX, que pusieron en marcha el desarrollo científico e intelectual que llega hasta nuestros días, se da la circunstancia de que se trataba de personas profundamente católicas. Tal es el caso de María Goyri (1874-1954), que es definida en Wikipedia como “…una literata, investigadora, profesora, defensora de los derechos de la mujer” .
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Goyri. Hija natural de Amalia Goyri, se casó nada menos que con Ramón Menéndez Pidal, entre otras cosas miembro de la Generación del 98, filólogo y medievalista español, discípulo del también católico y científico Menéndez Pelayo, de cuya muerte se cumplen ahora cien años. Se la tiene por la primera universitaria española, que asistió durante años a clase tan sólo como oyente porque no la permitían matricularse.
Espido Freire dijo de ella “…era la primera mujer universitaria de la época contemporánea, antigua alumna de la Institución Libre de Enseñanza, una defensora acérrima de los derechos de la mujer y una magnífica pedagoga. Una mujer singular en un tiempo en el que florecían muchas mujeres admirables que fueron luego borradas por el tiempo, la guerra y la memoria selectiva”.
En un reciente estudio, al hablar de la época, y concretamente de la Residencia de Señoritas, comenta su autora (1):
“Gracias a la colaboración del Instituto Internacional y al hecho de ser un organismo de la Junta para Ampliación de Estudios, la Residencia de Señoritas se convirtió en un verdadero foco de cultura femenina durante sus años de vida. Todas las vanguardias de los años veinte encontraron eco entre sus paredes. Las intelectuales, poetas o escritoras de aquella época pasaron de una forma u otra por la residencia: Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, María Zambrano, Gabriela Mistral (Premio Nobel de Literatura posteriormente), Carmen Conde, María Goyri y María Moliner, por no hablar de Victoria Kent, la mujer que durante muchos años fue la que más alto logró llegar en la vida política española (Directora General de Prisiones). /…/ De Maria Goyri, conferenciante y colaboradora habitual de la residencia, afirma Antonina Rodrigo que iba a misa a las seis de la mañana y nadie en la casa lo advertía, pues era absolutamente reservada en sus asuntos espirituales… En la Biblioteca de la Residencia no existía demasiada capacidad de elección, pues los libros que debían leerse estaban más o menos decididos de antemano. Entre ellos cabe destacar las obras de Santa Teresa de Jesús. Según testimonio de Eulalia Lapresta, encargada de la biblioteca entre 1922 y 1928, la literatura ascética y mística de la santa abulense, junto con la de otros clásicos españoles como Tirso, Calderón, Lope de Vega, Cervantes, Concepción Arenal, Rosalía de Castro o Sor Juana Inés de la Cruz, eran los libros más consultados por las residentes. Ya se tratara de lecturas libres u obligatorias, hay que concluir que, o bien eran ejemplos evidentes de literatura cristiana, o, desde luego, no contrarios a sus planteamientos esenciales”.
Otro testimonio al respecto de su religiosidad, esta vez de su propio esposo, es el siguiente (2): “…carta de don Ramón al P. Errandonea, amigo suyo desde que se conocieron en Oxford en 1922, en la que le agradece el pésame por la muerte de su esposa, doña María: “Ella, de ánimo tan austeramente religioso, sufrió, con ejemplar resignación, la larga enfermedad de crueles padecimientos (…) dejándonos consoladora edificación”.
Se ha dicho no pocas veces que el Renacimiento, y el posterior desarrollo científico, tuvo lugar entre otras cosas gracias al trabajo anterior de bastantes científicos católicos y de la fundación de las Universidades por parte de la Iglesia Católica. En el caso de María Goyri ocurre algo similar respecto a la denominada Edad de Plata de la Cultura Española –inicio del siglo XX, hasta la Guerra Civil- y al desarrollo de los derechos de la mujer: tuvo lugar gracias a la concurrencia de no pocos católicos y científicos, como María Goyri que, ante el rechazo a lo católico por la mentalidad laicista de la época que le tocó vivir, debió practicar su piedad a escondidas, probablemente para no ser rechazada por los mismos que se tenía por liberales y modernos.
Dedicó toda su vida a la investigación, fue profesora del Instituto Escuela fundado por la Institución libre de Enseñanza. No le importó en muchos casos no firmar publicaciones en cuyo trabajo había participado, cediéndole así el protagonismo absoluto a su marido: no sé si esto lo saben muchas feministas de las que reivindican su figura.
BIBLIOGRAFIA: 1. Antonio Lago Carballo. La religiosidad de Jimena Menéndez Pidal. Cuenta y Razón, 119. 2. Mercedes Montero. Los primeros pasos hacia la igualdad: mujer y universidad en España. (1910-1936) Historia Critica No. 40, Bogotá, enero-abril 2010, 245 pp. issn 0121-1617 pp 148-168.