Católicos y científicos: Sabino Rodrigo, OSA, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Lo del martirio de san Esteban sigue en la actualidad, y si no sólo visitar la web de Ayuda a la Iglesia Necesitada, o buscar por Iglesia Perseguida. El siglo XX fue declarado el siglo de los mártires. Las cifras de asesinados por motivos religiosos de la Iglesia Católica sigue batiendo records. Este es el caso de Sabino Rodrigo, licenciado en ciencias naturales y profesor, socio de la Real Sociedad Española de Historia Natural, del que en la web de los Agustinos de la Provincia Matritense se dice:
“Nació en Cerezal, provincia y diócesis de León, el día 7 de diciembre de 1874. Sus padres se llamaban Tomás y María. Fue bautizado dos días después en la iglesia parroquial del Salvador.
Hizo el noviciado en los agustinos de Valladolid, donde profesó de votos simples el 8 de diciembre de 1890, y de solemnes en La Vid el 11 de diciembre de 1893.
Realizó los estudios eclesiásticos en Valladolid y en los monasterios de Santa María de La Vid y de San Lorenzo de El Escorial, en el que fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1897.
Un año antes de ser ordenado sacerdote, sin haber terminado los estudios de teología, fue destinado al colegio de Alfonso XII de S. L. de El Escorial, como inspector de los alumnos. En este centro residió durante catorce años. Además de inspector en los primeros años fue también profesor, simultaneando estas tareas con el estudio de bachillerato y la carrera de Ciencias Naturales, cuya licenciatura consiguió en junio de 1908 por la Universidad Central de Madrid.
En este mismo año se le destinó al colegio de Guernica como vicerrector (1908-12), y profesor hasta 1914, en que regresó al colegio de Alfonso XII, de profesor, y vicerrector (1915-16). En esta última fecha fue trasladado al colegio de la calle Valverde de Madrid, de secretario del colegio (1916-24). Ésta sería su residencia estable hasta el año 1936. La Orden le dio el título de lector en 1908. En 1924 fue elegido primer definidor por un trienio, y secretario de Provincia por otro trienio en 1927. Cuando los sucesos del 18 de julio de 1936 vivía en la residencia de la calle Valverde, de Madrid. Fue asaltada esta residencia el 20 de julio y los religiosos de la comunidad detenidos y encarcelados en la cárcel Modelo y con ellos el padre Sabino. Al hacerles la ficha carcelaria todos confesaron su condición de religiosos.
En la cárcel estuvo sometido al régimen arbitrario de los milicianos. Los casi 20 agustinos encarcelados tuvieron la suerte de estar todos en la misma galería y podían verse en el patio. Con ellos se encontraba el Provincial, padre Avelino Rodríguez.
El padre Sabino fue uno de los primeros en celebrar misa en la cárcel Modelo. Cuando el asalto a la cárcel Modelo en el amanecer del día 23 de octubre, ante el inminente peligro de muerte, pidió al padre Carlos Vicuña la absolución con la bendición apostólica.
En la primera quincena de noviembre hubo dispersión de los presos de la cárcel. El 7 y el 8 fueron asesinados algunos, entre ellos cuatro agustinos. El 14 de noviembre fue trasladado con los padres Avelino Rodríguez, Balbino Villarroel y Senén García a la prisión de San Antón. Aunque colocados en distintas habitaciones y departamentos tuvieron el consuelo de poder ver a sus hermanos agustinos del Monasterio de El Escorial y de la residencia de la calle de la Princesa.
La compañía de unos y otros duró menos de dos semanas. A finales de noviembre se los juzgó a todos. El padre Sabino, según testigos que han sobrevivido, confesó su condición de religioso. No le valió para nada la amistad que tenía con el Sr. Rivas Cherif, cuñado del presidente de la República, Sr. Azaña.
Su nombre estaba incluido en una lista de presos llamados muy de mañana el 28 de noviembre. Se le despojó de todo y se le ataron las manos a la espalda. Tras largas horas de espera en el zaguán o salón de entrada de la prisión, fue conducido con otros 11 agustinos a Paracuellos. Con ellos iba el Provincial, padre Avelino, quien al llegar a lugar del suplicio, pidió permiso y lo obtuvo, para que le desataran las manos y poder despedirse de sus compañeros. Lo que fue haciendo, uno a uno, dándoles la bendición o la absolución sacramental, y declarando que sabían que se les mataba por católicos y religiosos. Lo eran y perdonaban a sus asesinos, gritando antes de matarles ¡Viva Cristo Rey!”.
La sangre de los mártires es semilla de cristianos.
Su muerte relativiza cuando menos el actual discurso sin base científica alguna que sitúa a las ideologías relacionadas con el frentepopulismo como defensoras de la ciencia.