El Pontífice propone pedírsela al Espíritu Santo y contemplar al crucificado, llevar a Jesús a las personas más molestas y ampliar la mirada
El papa Francisco ha dado este miércoles, en una nueva catequesis sobre los vicios y virtudes, las claves para ejercitar la paciencia. En su opinión, son las siguientes: pedírsela al Espíritu Santo y contemplar al crucificado, llevar ante Dios a las personas más molestas y ampliar la mirada.
«Siendo, como enseña san Pablo, un fruto del Espíritu Santo, hay que pedírsela al Espíritu de Cristo. Él nos da la fuerza mansa de la paciencia. Especialmente en estos días, nos hará bien contemplar al crucificado para asimilar su paciencia», ha dicho el Pontífice, que ha vuelto a leer la catequesis, ya con la voz recuperada.
Otro ejercicio ha abundado Francisco, es llevar ante Jesús a las personas más molestas, «pidiéndole la gracia de poner en práctica con ellas esa obra de misericordia tan conocida como desatendida: aguantar pacientemente a las personas que molestan».
Finalmente, el Pontífice ha propuesto ampliar la mirada: «No limitando el mundo a nuestros problemas, como nos invita a hacer la Imitación de Cristo: «Es preciso, por tanto, que te acuerdes de los sufrimientos más graves de los demás, para que aprendas a soportar los tuyos»».
Antes de ofrecer estas claves, ha dicho que «no hay mejor testimonio del amor de Cristo que encontrarse con un cristiano paciente» y ha pedido hacer examen de conciencia, pues «a menudo carecemos de paciencia».
«La necesitamos como la vitamina esencial para salir adelante, pero instintivamente nos impacientamos y respondemos al mal con el mal: es difícil mantener la calma, controlar nuestros instintos, refrenar las malas respuestas, aplacar las peleas y los conflictos en la familia, en el trabajo, en la comunidad cristiana», ha agregado.
En este sentido, ha dicho que la paciencia no es solo una necesidad, sino una llamada, pues el cristiano está llamado a ser paciente. «Y esto exige ir a contracorriente de la mentalidad generalizada de hoy, en la que dominan la prisa y el todo y ahora; en la que, en lugar de esperar a que las situaciones maduren, se aprieta a las personas, esperando que cambien al instante. No olvidemos que la prisa y la impaciencia son enemigas de la vida espiritual: Dios es amor, y quien ama no se cansa, no se irrita, no da ultimátum, sino que sabe esperar», ha concluido.