El conflicto en Tierra Santa ha provocado algún roce diplomático entre Israel y la Santa Sede. Por contra, se ha producido, en el marco de la canonización de Mama Antula, un acercamiento con el presidente argentino, Javier Milei
Como cada año, la Santa Sede y el Estado italiano celebraron de manera institucional el aniversario de la firma de los Pactos Lateranenses. El evento tuvo lugar en la embajada italiana ante la Santa Sede en presencia de las máximas autoridades italianas, encabezadas por su presidente, Sergio Mattarella. Por su parte, el cardenal Pietro Parolin representaba a la delegación de la Santa Sede. El secretario de Estado del Vaticano difícilmente concede entrevistas a medios que no sean los vaticanos o italianos, pero siempre tiene buena disposición para responder a las preguntas de los periodistas que cubren los actos a los que asiste. Así sucedió al concluir este evento institucional. El purpurado comentó de forma clara el conflicto en la Franja de Gaza. Primero, reconoció que Israel tiene derecho a la defensa, pero pidió que este sea proporcionado. «Claramente, 30.000 muertos es desproporcionado», aseguró, tildando la situación de «carnicería». Parolin, una vez más, repitió cuanto ya ha dicho el papa Francisco, es decir, la condena al ataque de Hamás contra población israelí inocente del 7 de octubre y la condena a las manifestaciones de antisemitismo que se han desencadenado desde entonces. De hecho, a principios de febrero, el Santo Padre escribió una carta dirigida expresamente a los judíos de Israel en la que condenaba «inequívocamente las manifestaciones de odio contra los judíos y el judaísmo como un pecado contra Dios».
La embajada de Israel ante la Santa Sede reaccionó publicando un duro comunicado en el que tachaba de «despreciables» las palabras del secretario de Estado vaticano. A la nota siguió una respuesta del Vaticano a través de un escrito del director editorial de los medios vaticanos, Andrea Tornielli. Aseguraba que las palabras del cardenal «están dictadas por una visión realista del drama en curso». Para la Santa Sede, el bando es siempre el de las víctimas. De esta forma, decía el editorial, las víctimas son tanto los israelíes masacrados en los kibutz, como los rehenes arrancados a sus familias o los civiles inocentes asesinados por los bombardeos en Gaza. «Nadie puede definir lo que está ocurriendo en la Franja como un daño colateral de la lucha contra el terrorismo», afirmaba el texto.
A continuación, llegó la matización de la embajada de Israel ante la Santa Sede. En un artículo en el Corriere della Sera con el embajador israelí ante la Santa Sede, Raphael Schutz, explicó que no quería calificar como «despreciables» las palabras de Parolin, sino como «lamentables» y que todo se debió a un error de traducción de la palabra en inglés «regrettable». «Mi italiano es poco o inexistente, porque normalmente trabajamos en inglés», indicaba. En esta entrevista, el embajador se mostraba conciliador, indicando que no tiene ninguna duda de las buenas intenciones de la Santa Sede, pero rechazaba enérgicamente la definición de «carnicería» o que la operación israelí sea desproporcionada.
Cuando las aguas parecían haber vuelto a su cauce tras las distintas aclaraciones, de nuevo, la embajada israelí ante la Santa Sede salía a la palestra pública. El sábado 17 de febrero, el papa Francisco recibió en audiencia al doctor Younis Al Khatib, presidente de la Media Luna Roja. La embajada, de nuevo a través de una publicación en redes sociales, expresaba su malestar por el encuentro, ya que, según la misión israelí, miembros de este organismo habrían participado activamente en los ataques del 7 de octubre. Preguntado por esta corresponsal, el embajador Schutz manifestaba sus elogios hacia el Papa, pero también sus reservas. «Se habla mucho del sufrimiento de las personas en Gaza, pero no del sufrimiento de los israelíes, con excepción de los secuestrados», concluía el diplomático.
Sintonía con Javier Milei
Aunque hace algunos meses hubiera parecido mentira, mejor sintonía parece tener ahora el Papa con el presidente argentino Javier Milei. El mandatario fue uno de los protagonistas del fin de semana de la canonización de Mama Antula, la primera santa argentina, mujer y laica. El primer Pontífice jesuita y argentino canonizó a la primera santa argentina, que, precisamente, mantuvo vivo el legado de la Compañía de Jesús cuando esta fue expulsada del continente americano en 1767.
Si el Milei candidato dedicaba algún que otro calificativo peyorativo al Pontífice, el Milei presidente pedía un abrazo a Francisco en la basílica de San Pedro al concluir la canonización. Este gesto fue la confirmación de que las ofensas del pasado de parte de Milei al Papa se han quedado en el pasado, hasta el punto de que el mandatario considera a Francisco «como el argentino más importante de la Historia». El lunes 12 de febrero departieron en privado en la Biblioteca del Palacio Apostólico. El Pontífice se mostró interesado por la situación de su país, en concreto, por «el programa del nuevo gobierno para enfrentar la crisis económica». Una de las primeras medidas de Milei es la llamada ley ómnibus, que comprende un paquete de reformas económicas de no fácil aplicación. También durante su audiencia de más de una hora, según el comunicado vaticano, trataron de «los conflictos actuales». Milei acababa de regresar de Israel, donde había anunciado el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, una decisión sobre la que la Santa Sede no se ha pronunciado. Sí lo hizo en su día y con críticas a Estados Unidos cuando abrió ese camino con el traslado de su embajada.
Argentina espera al primer Papa argentino. La posible visita no fue objeto del encuentro entre Francisco y Milei, pero este en enero ya hizo llegar por carta la invitación oficial para que el Papa viaje este año a su tierra natal.