La salud marcará la agenda del papa Francisco en el año que comienza, aunque el Pontífice ha mostrado su voluntad de seguir viajando mientras pueda
Poner por escrito las predicciones para este 2024 es una costumbre que puede sacarnos los colores en cuestión de meses —o, incluso, semanas— por el riesgo de que no demos una. Huelga decir que Francisco es el papa de las sorpresas, por muy manido que esté la fórmula, pero es así: cualquier cosa puede pasar. La salud del Pontífice también nos lo ha demostrado. No obstante, lancémonos a este ejercicio de vaticinar el futuro, al menos, con base en la información de la que contamos.
Cuando, en el mes de septiembre, el Papa regresaba de su visita apostólica a Mongolia, al ser preguntado en el avión por los periodistas a bordo, decía que hacer viajes ahora «no es tan fácil como al principio, hay limitaciones para caminar y eso lo condiciona». «Pero vamos a ver», concluía. En el día de la Virgen de Guadalupe, Francisco concedió una entrevista a la decana de los corresponsales en Roma, la periodista mexicana Valentina Alazraki, con la que además mantiene una amistad. Ella logró arrancar de Francisco una importante confesión y es que quiere ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, en lugar de en San Pedro, y que ha modificado el ritual de las exequias papales. «Yo seré el primero que lo estrene», bromeaba.
También habló de futuros viajes. Confirmó que visitará Bélgica con motivo del 600 aniversario de la fundación de la Universidad Católica de Lovaina, y comentó otros viajes más lejanos que habría que «repensar» por motivos de salud. Mencionó por primera vez la Polinesia, destino que no había estado nunca en las quinielas. Y su Argentina natal, ahora que el presidente Javier Milei también ha cursado invitación al Pontífice. Hace unos días, se anunció la canonización de Mamá Antula, una importante laica argentina del siglo XVIII que mantuvo viva la espiritualidad jesuita cuando la Compañía fue expulsada de Argentina. El papa Francisco impulsó su causa, que estuvo años dormida entre los expedientes de Causas de los Santos. Así, en 2016 llegó a los altares como beata. Francisco entonces escribía al pueblo argentino con una confesión: «Está de más decir que yo hubiera querido ir a Argentina a beatificar a Mamá Antula y a canonizar al Cura Brochero, pero no pude hacerlo, no es posible. Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos». Las canonizaciones suelen celebrarse en Roma, pero no sería la primera vez que un Papa viaja para canonizar a algún candidato tremendamente popular en el país en cuestión. En 2017 viajó a Fátima para canonizar a los niños videntes Francisco y Jacinta.
Si de niños hablamos, el Papa va a dedicar a los más pequeños la primera Jornada Mundial de los Niños, un evento inédito que tendrá lugar los días 25 y 26 de mayo. Octubre de 2024 nos va a traer la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad, que concluirá el proceso sinodal. Mucho se hablará del Jubileo de 2025. De momento, el Papa ha querido que el próximo sea un año de oración de preparación para la cita que en Roma congregará a más de 30 millones de peregrinos. Y, probablemente, en la línea de lo que llevamos viendo en las últimas semanas, en 2024 habrá más respuestas a preguntas concretas que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe haga públicas y extensibles para toda la Iglesia universal.