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El Papa abre la Asamblea General Ordinaria del Sínodo: «No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas»

El papa Francisco ha recordado este miércoles, durante la Eucaristía que abrió la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo en la plaza de San Pedro, que «no estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas», sino para «caminar juntos, con la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge». «No nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculo políticos o batallas ideológicas», ha añadido.

En este sentido, ha invitado a toda la Iglesia a contemplar la acción de Dios y a discernir el presente, sin buscar escapatorias ideológicas, sin atrincherarse tras convicciones adquiridas, ceder a soluciones cómodas ni dejar que el mundo le dicte su agenda.

«La mirada de bendición de Jesús nos invita a ser una Iglesia que no afronta los desafíos y los problemas de hoy con espíritu de división y de conflicto, sino que, por el contrario, vuelve los ojos a. Dios que es comunión», ha continuado.

En este sentido, ha dicho que la principal tarea del Sínodo es «volver a poner a Dios en el centro de nuestra mirada, para ser una Iglesia que ve a la humanidad con misericordia, una Iglesia unida y fraterna, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y anima, que ayuda a quienes buscan al Señor, que pone en marcha itinerarios para instruir a las personas en la belleza de la fe». En definitiva, «una Iglesia que tiene a dios en el centro y, por consiguiente, no crea división internamente, ni áspera externamente».

Otra de las cuestiones que ha planteado Francisco es la necesidad de ser una Iglesia que acoge y ha subrayado que en una época compleja como la actual, con nuevos desafíos culturales y pastorales, «requieren una actitud cordial y amable, para poder confrontarnos sin miedo». Y ha agregado que hay que tener las puertas abiertas a todos.

En este sentido, ha dicho que la mirada de Jesús que bendice y acote «nos libra de caer en algunas tentaciones peligrosas: la de ser una Iglesia rígida, que se acoraza contra el mundo y mira hacia el pasado; la de ser una Iglesia tibia, que se rinde ante las modas del mundo; la de ser una Iglesia cansada, replegada en sí misma».

El Pontífice ha señalado también que el Sínodo sirve para recordar que la Iglesia tiene siempre necesidad de purificación, de ser reparada, porque «todos nosotros somos un pueblo de pecadores perdonados, siempre necesitados de volver a la fuente, que es Jesús, y emprender de nuevo los caminos del Espíritu para que llegue a todos su Evangelio»

E insistió en que no se trata «de una reunión política, sino de una convocatoria en el Espíritu; no de un parlamento, sino de un lugar de gracia y comunión». «El Espíritu Santo deshace, a menudo, nuestras expectativas para crear algo nuevo que superar nuestras previsiones y negatividades. Abrámonos e invoquemos al Espíritu Santo, él es el protagonista», abundó.

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