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El Papa anima a los católicos de Indonesia a cultivar la fortaleza en la fe, la apertura en la fraternidad y la cercanía en la compasión

«Anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a la de los demás, no significa hacer proselitismo, significa dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo, siempre con gran respeto y fraterno hacia todos», ha subrayado

Como es habitual en sus viajes, el papa Francisco se encuentra con una representación de los miembros de la comunidad católica local. En Yakarta, en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, se ha visto con obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, seminaristas y catequistas. Ocasión que Francisco ha aprovechado para resaltar tres acentos que debe poner en juego la Iglesia del país: la fe, la fraternidad y la compasión.

Tras improvisar unas palabras para hacer notar que todos los bautizados tienen la misma dignidad, desde el Papa hasta los catequistas allí presentes, Francisco ha desarrollado su discurso reflexionando sobre la fe: «No hay un centímetro del maravilloso territorio indonesio, ni un momento de la vida de cada uno de sus millones de habitantes, que no sea un don del Señor, signo de su amor gratuito de Padre. Y mirar todo esto con los ojos humildes de los niños nos ayuda a creer, a reconocernos pequeños y amados, y a cultivar sentimientos de gratitud y responsabilidad».

Se ha detenido más tiempo al hablar de la fraternidad, sobre todo, en un país en el que los católicos solo representan el 3 % de la población y la mayoría es abrumadoramente musulmana. En este sentido, ha dicho que «anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a la de los demás, no significa hacer proselitismo, significa dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo, siempre con gran respeto y fraterno hacia todos». «Yo os invito a manteneros siempre así: abiertos y amigos de todos».

En tercer lugar, ha reivindicado la compasión, que no se reduce a dar una limosna a las personas necesitadas, «mirándolas por encima del hombro, desde la propia seguridad y privilegio». «La compasión significa hacernos cercanos los unos a los otros, despojarnos de todo lo que pueda impedir que nos rebajemos para entrar realmente en contacto con los de abajo, y así levantarlos y darles esperanza», ha añadido. Esta actitud ha subrayado, nada tiene que ver «con ser comunista», sino «con la caridad, con el amor».

Porque, según ha afirmado, lo que hace avanzar el mundo no son los interese propios, sino la caridad. «La compasión no oscurece la visión real de la vida, al contrario, nos hace ver mejor las cosas, a la luz del amor, es decir, nos hace ver mejor las cosas con los ojos del corazón», ha explicado.

Al final de su discurso, ha vuelto insistir en las tres palabras: «Os animo a continuar vuestra misión fuertes en la fe, abiertos a todos en la fraternidad y cercanos a cada uno en la compasión. Fuertes, abiertos y cercanos».

Con Scholas Occurrentes

Al concluir el encuentro, Francisco se trasladó a la Casa de la Juventud Grha Pemuda para reunirse con jóvenes de Scholas Occurrentes. Según la Oficina de Prensa de la Santa Sede, acudieron, además de los responsables de la organización, un centenar de niños de la archidiócesis.

Durante la visita pudo conversar con algunos alumnos, completó un poliedro que habían realizado los jóvenes, plantó un árbol e impartió la bendición. «Hacer la guerra entre nosotros es siempre una derrota, en cambio discutir nos hace crecer», fue el principal mensaje que les ofreció el Pontífice.

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