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El Papa responde a los dubia de cinco cardenales: «No puede cambiar lo que ha sido revelado para salvación de todos»

La Santa Sede ha hecho públicas este lunes las respuestas que el papa Francisco ha dado a cinco cardenales que le han planteado cinco dubia, preguntas formales que se suelen presentar ante el Pontífice y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

«Queridos hermanos, si bien no siempre me parece prudente responder a las preguntas dirigidas directamente a mi persona, y sería imposible responderlas a todas, en este caso me pareció adecuado hacerlo debido a la cercanía del Sínodo», dice Francisco a los cardenales Brandmüller, Burke, Sandoval, Sarah y Zen, firmantes de las dubia.

Los purpurados reclaman aclaración al Pontífice sobre si se puede reinterpretar la Divina Revelación con base en los cambios culturales y antropológicos, la bendición de personas del mismo sexo, la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, la ordenación sacerdotal de mujeres o sobre el sacramento del perdón.

Revelación y contexto cultural

Sobre la primera cuestión, el Papa afirma lo siguiente: «Si bien es cierto que la Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión».

Según Francisco, los cambios culturales y los nuevos desafíos no modifican la Revelación, pero sí pueden estimular «a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más».

Y añade: «Es cierto que el magisterio no es superior a la Palabra de Dios, pero también es verdad que tanto los textos de las Escrituras como los testimonios de la tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su sustancia perenne de los condicionamientos culturales». Para ejemplo, cita la esclavitud o algunas consideraciones del Nuevo Testamento.

Y concluye en esta primera respuesta: «Es importante destacar que lo que no puede cambiar es lo que ha sido revelado para la salvación de todos. Por ello, la Iglesia debe discernir constantemente entre aquello que es esencial para la salvación y aquello que es secundario o está conectado menos directamente con este objetivo».

Uniones del mismo sexo

Sobre las uniones del mismo sexo, el Papa insiste en que la Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio: «Una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijo». Y añade que, por eso, evita todo tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción. No obstante, señala como importante la caridad pastoral, «que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes».

«La prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. […] Si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de pecadores a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas», señala.

Sinodalidad

Francisco recuerda también a los cardenales firmantes que la sinodalidad «es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia» y que sobre ella ha dicho cosas muy bellas san Juan Pablo II en Novo millenio ineunte.

Ordenación de mujeres

Sobre la ordenación de mujeres, recuerda que la imposibilidad de la que habló Juan Pablo II no es un menosprecio a las mujeres y que el orden sacerdotal no está orientado a la dominación sino a la santidad. «Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado solo a los varones», recoge.

También dice que esta cuestión no es un dogma, aunque debe ser acatada. Y que nadie puede contradecirla, pero puede ser objeto de estudio, como en el caso de las ordenaciones de la comunidad anglicana.

Confesión

Finalmente, sobre el sacramento de la Reconciliación, subraya: «El arrepentimiento es necesario para la validez de la absolución sacramenta, e implica el propósito de no pecar. Pero aquí no hay matemáticas y una vez más debo recordar que el confesionario no es una aduana».

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