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Esperar y actuar con la creación… en verano

El día 1 de septiembre es la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Apenas hace unos días, el 27 de junio, el Papa Francisco ha publicado el mensaje para este año. Y vale la pena que lo tengamos en cuenta durante el tiempo de vacaciones, en que estaremos más en contacto con el medio ambiente de otra forma, más gratuita, menos interesada que durante el resto del año.

En verano las ciudades se despueblan, y los pueblos se llenan de personas que buscan el contacto con la naturaleza. Las playas, las montañas, las zonas rurales suelen ser nuestros lugares preferidos de descanso y de sosiego, lejos del mundanal ruido y del asfalto de las urbes.

El mundo que nos rodea no se ve igual con los ojos de la fe que sin fe, con Dios que sin Dios. Con fe, el mundo es creación, un signo de la providencia de Dios y de su preocupación por nosotros, una casa, un hogar que nos ha preparado para que podamos encontrarnos con él, viendo las huellas de su amor, y también para convivir con los demás, colaborando y compartiendo los dones de Dios. Creación significa que el mundo es un regalo que recibimos.

Sin fe, el mundo es el medio que nos encontramos al nacer; el espacio en el que se desarrolla el tiempo de nuestra existencia. Podemos tratarlo bien o mal, convertirlo en cosmos o caos. En todo caso, somos los que damos sentido a algo que nos precede y que no hemos creado nosotros. Y el Papa avisa –como otros han hecho antes que él– del riesgo que corremos: «Un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo» (Laudate Deum, 73).

El mundo no lo inventamos nosotros, lo descubrimos poco a poco. Somos sus exploradores, no sus creadores. No lo diseñamos. Tiene sus propias leyes que investigamos. La fe nos asegura que la creación es el ámbito para el desarrollo del amor mutuo, de la fraternidad universal y la amistad social, de la justicia para todos. No es esta la mirada tecnocrática que ve al mundo como un producto al
que impone las leyes del mayor aprovechamiento.

El Papa nos invita en su mensaje a “esperar y actuar con la creación”. Es decir, a aunar fuerzas con todos los que quieren convertir este mundo en un cosmos y «repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia» (Laudate Deum, 28). Un poder incontrolado se volverá contra nosotros mismos.

En vacaciones podemos seguir un nuevo ritmo de vida, no tan frenético y apresurado, como marca el reloj cronológico, sino adaptando nuestro reloj biológico al de la naturaleza. Respetar los ritmos de la creación, su tiempo, y acompasar, durante el verano, nuestro horario con el canto de los pájaros, la lluvia y el sol, el calor y el frío… nos hará sentir parte de la creación, superar la tentación de poseer y dominar la naturaleza, manipulándola a nuestra voluntad y provecho. Nos ayudará a experimentar cada día la gracia, el regalo de Dios, que es todo lo que nos rodea, que es de todos porque viene del Creador y Padre común.

¡Feliz verano! Con mi bendición,

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