Vicente Martín Muñoz es delegado episcopal de Cáritas Española y obispo auxiliar electo de Madrid
La celebración del Corpus Christi, Día de la Caridad, nos invita a hacernos pan que se parte y reparte entre nuestros hermanos y hermanas, especialmente los más pobres y vulnerables, hambrientos de pan, justicia y dignidad. «En verdad, la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo» (SCa 88)1 .
Jesús, antes de culminar su entrega a Dios y a los hermanos, durante la última cena con sus discípulos, quiso dejar un memorial de su obra de salvación instituyendo la Eucaristía y les pide que renueven aquel gesto en memoria de su vida entregada por amor.
La Eucaristía es para el cristiano el memorial del amor de Dios hacia cada ser humano. Al participar con fe en el sacramento del altar, nos unimos profundamente a Cristo y recibimos de Él la fuerza y el amor necesarios para vivir nuestra entrega generosa y servicial a los hermanos. En cada Eucaristía, actualizamos sacramentalmente este misterio de amor. En consecuencia, la Eucaristía es la fuerza del ejercicio de la caridad y fuente para la opción por los pobres2.
En la Eucaristía profundizamos y experimentamos la relación existente e inseparable entre el sacramento, la Iglesia y la acción caritativa y social. No existe Iglesia sin Eucaristía y caridad, ni verdadera Eucaristía en la Iglesia sin caridad; ni verdadera caridad cristiana sin Eucaristía. Eucaristía, Iglesia y caridad se funden y unen en Cristo, «pan de vida» (Jn 6, 35)3.
Tres dinamismos, por tanto, están presentes en el sacramento: la comunión, la misión y el servicio:
a) La Eucaristía es sacramento del amor, de la comunión y la fraternidad. «En la comunión sacramental quedo unido al Señor con todos los demás que comulgan». (DCE 14)4. En Cristo recibimos a los demás como hermanos, anticipando, de esa manera, la fiesta de la fraternidad universal de los hijos de Dios en torno al Padre.
b) Si la Eucaristía es «fuente y culmen» de la vida cristiana y de la acción evangelizadora de la Iglesia, lo es porque en ella culminó la misión y la vida del propio Jesús. No se puede aislar la Eucaristía del resto de la actividad misionera de Cristo. La Eucaristía comporta salir a las calles de la ciudad y de los pueblos, a las encrucijadas de camino para llevar la buena noticia a los excluidos e invitarlos a la mesa del Señor. «Hoy y siempre, los pobres son destinatarios privilegiados del Evangelio, y la evangelización dirigida gratuitamente dirigida a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer» (EG 48).
c) La mística de la Eucaristía tiene un carácter social, que se expresa tanto en la misión como en la diaconía, en la acción caritativa y social. En ella se actualiza sacramentalmente el don de la vida que Jesús ha hecho en la cruz y, al mismo tiempo, nos hace testigos de la compasión de Dios. De esta manera, en torno al misterio eucarístico nace el servicio caritativo (cf. SC 88).
No se puede recibir el cuerpo de Cristo, si se recibe bien, y sentirse alejado de quien pasa hambre y sed, de los enfermos, de los que sufren, de los que están excluidos de la mesa del bienestar social.
El servicio caritativo y social implica el compromiso por la justicia: «No podemos permanecer pasivos ante ciertos procesos de globalización que con frecuencia hacen crecer desmesuradamente la diferencia entre ricos y pobres» (SCa 90). Justicia no solo social, también ambiental, que reclama el cuidado de los más vulnerables y de la casa común (cf. LS 49, 56)5. En consecuencia, necesitamos la Eucaristía para ir configurando un mundo más justo, más sano y más humano.
1 Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis sobre la Eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. En adelante, lo citaremos SCa y el número correspondiente.
2 Cf. V. Altaba-A. Cester, Eucaristía y caridad. Para vivir la mística eucarística de la caridad, Madrid 2021.
3 Cf. D. Borobio García, Eucaristía, Iglesia y caridad en Corintios XIII, nº 174, (abril-junio 2020) 62.
4 Benedicto XVI, Deus caritas est. Dios es amor, 2006, 14. En adelante DCE y el número correspondiente.
5 Cf. Francisco, Encíclica Laudato si sobre el cuidado de la casa común. En adelante, LS y el número correspondiente.