Con motivo de la reunión plenaria de la Conferencia Episcopal Latina en las Regiones Árabes, que se celebra estos días en Roma, el Santo Padre pidió para sus miembros «la fuerza para dar testimonio de vuestra fe en Él, también a través del diálogo respetuoso y sincero con todos».
El Papa Francisco quiso mostrar ayer su cercanía con los miembros de la Conferencia Episcopal Latina en las Regiones Árabes, que preside el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén. «Oriente Medio vive momentos de fortísima tensión, que en algunos contextos desembocan en enfrentamientos abiertos y destellos de guerra», contextualizó el Santo Padre en palabras recogidas por el departamento de prensa de El Vaticano.
En la audiencia, el Papa mostró su preocupación por un conflicto que, «en lugar de encontrar una solución equitativa, parece cronificarse, con el riesgo de que se extienda hasta incendiar toda la región. Esta situación ha causado miles y miles de muertos, enormes destrucciones, inmensos sufrimientos y la propagación de sentimientos de odio y resentimiento, que preparan el terreno para nuevas tragedias».
Ante tal perspectiva, pidió: «Que el Señor os dé siempre la fuerza para dar testimonio de vuestra fe en Él, también a través del diálogo respetuoso y sincero con todos. ¡Que mantengáis encendida la esperanza! Que vosotros mismos, para todos, seáis signos de esperanza, una presencia que alimente palabras y gestos de paz, de fraternidad, de respeto.
«Una presencia que invita a la razón, a la reconciliación»
En un momento clave para una posible solución diplomática del conflicto, recordó que esa presencia «invita a la razón, a la reconciliación, a superar con buena voluntad divisiones y enemistades estratificadas y endurecidas a lo largo del tiempo, cada vez más inextricables».
También deseó Francisco lo mejor para las iniciativas pastorales de la Conferencia Episcopal Latina en las Regiones Árabes, subrayando la relevancia de encontrar «el modo mejor y más eficaz de asegurar una adecuada formación cristiana a los alumnos de las escuelas públicas, en contextos donde la presencia cristiana es minoritaria. Esta formación es de gran importancia, para que los contenidos de la fe sean conocidos y acompañados por la reflexión, y para que la fe, en confrontación con la cultura, se fortalezca y tenga los medios de dar razones para la esperanza cristiana».