En su tradicional catequesis de los miércoles, engarzada en el presente ciclo sobre ‘El Espíritu y la Esposa’, el Papa ha reflexionado sobre la relación entre el Espíritu y el sacramento del Matrimonio
El papa Francisco ha llamado hoy a invocar al Espíritu Santo «para que renueve el amor y la unión en los matrimonios cristianos y en todas las familias» durante su tradicional catequesis de los miércoles, que, durante el presente ciclo «El Espíritu y la Esposa», ha dedicado en esta ocasión a la relación entre la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y el sacramento del Matrimonio. «En el matrimonio cristiano —ha afirmado—, el hombre y la mujer se entregan el uno al otro, su relación es la primera y fundamental realización de la comunión de amor que es la Trinidad. En ella, el Padre es la Fuente de todo amor, el Hijo es el Amado que corresponde con amor, y el Espíritu Santo es el Amor que los une».
Así, al hablar de la relación del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo, el Santo Padre ha recordado «cuánto sufren los hijos de padres que se separan», pues los niños necesitan «un padre y una madre juntos». Por eso, ha continuado, «para responder a la vocación del matrimonio, que es también donación, se necesita dejar entrar al Espíritu Santo». Por ello, ha recordado, diversos padres de la Iglesia latina han usado imágenes propias del amor conyugal, como el beso y el abrazo, para hablar de cómo en la Trinidad el Espíritu Santo es el don recíproco del Padre y del Hijo, «y es la razón de la alegría que reina entre ellos».
«Allí donde entra el Espíritu Santo, renace la capacidad de entregarse», ha querido recalcar Francisco, quien se ha mostrado muy consciente de que la unidad en el matrimonio no es algo «fácil de conseguir», y menos en el mundo actual. Sin embargo, y pese a los contextos de secularización extrema, «ésta es la verdad de las cosas, tal y como el Creador las concibió y, por tanto, está en su naturaleza».
El Pontífice ha denunciado que en nuestro mundo de hoy no son pocos los esposos que evocan las necesidades del Evangelio, sobre quienes se podría decir, como dijo María a Jesús en Caná de Galilea: «No tienen vino», evidenciando que «les falta la alegría, les falta el amor». Y en los casos en que es invocado, «es el Espíritu Santo quien sigue haciendo el milagro que hizo Jesús en aquella ocasión». A saber, «cambiar el agua de la costumbre en una nueva alegría de estar juntos».
Sobre este particular, Francisco ha querido ser muy claro: «No es una ilusión piadosa, es lo que el Espíritu Santo ha hecho en tantos matrimonios cuando los esposos se decidieron a invocarlo».